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sábado, 26 de febrero de 2011

“… esta revolución no es una revolución islámica, es una demanda de libertad”

Así lo expresó Ali Aujali embajador de Libia en Estados Unidos mientras contemplaba como se arriba la bandera verde de Muamar el Gadafi y se izaba la bandera que antes del golpe de Gadafi ondeara en su país.

El diplomático desmintió lo que Gadafi afirmara que Osama Ben Laden estaba detrás de los disturbios que han puesto al borde del abismo a la dictadura libia. "Que nadie se equivoque ─ aseguró ─, las revueltas no las ha organizado Al Qaeda”.
Según EL PAIS, Aujali es un veterano diplomático que llegó a Norteamérica en 2001 para asesorar a la embajada libia en Canadá y  designado embajador en EE UU en enero de 2009. Fue también el diplomático libio que se encargara de las gestiones que hicieron decidir al gobierno de George W. Bush borrar a Libia de la lista de países propiciadores del terrorismo internacional.
Refiriéndose a los miles de libios que claman por el derrocamiento de Gadafi, Aujali dijo: "Esa gente, los manifestantes, sólo piden derechos, un futuro mejor para su país, y están siendo masacrados. Por eso no quiero tener nada que ver con el régimen".
Por otra parte, el jefe de las fuerzas militares  del oriente de Libia, el general de brigada Abdul Nafa Musa se unió a los rebeldes y pidió al resto de los oficiales “marchar hacia Trípoli”. Musa también negó que existiera cualquier tipo de intervención extranjera en Libia, ni tampoco de ninguna organización política ni de los extremistas musulmanes.
La rebelión libia ha infundido el temor en el régimen castrista. El miedo al contagio del ansia de libertad. En Libia se ha demostrado, lo que parecía imposible, que un pueblo puede rebelarse contra una dictadura totalitaria y posiblemente hasta derrocarla. Es por ese temor que Castro ha tratado de distorsionar lo que está sucediendo en el país del Norte de Africa y presentar la rebelión como resultado de las maquinaciones imperialistas, y cuya culminación sería una intervención militar en ese país por los ejércitos de la OTAN.
El totalitarismo terminará por desaparecer finalmente hasta solo convertirse en una referencia histórica. Gadafi tiene los días contados, sus pocos días que le quedan de poder absoluto, cada vez más desgastado. El castrismo tiene también sus días contados, quizá le queden meses, tal vez pueda subsistir un par de años más pero su final se aproxima. Y cada día está más cercano. También al gorila de Miraflores, el aprendiz de brujo totalitario, Hugo Chávez le está quedando poco tiempo, muy poco tiempo…
Las demandas de libertad cada vez se hacen más sonoras; las roncas gargantas de los pueblo las están elevando hasta niveles de decibeles  insoportables para los oídos de los mesías de lodo.

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