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martes, 11 de enero de 2011

EL ASESINATO DE TUCSON

El “Tea Party” rechaza que le impliquen en el tiroteo.

Obama preside un minuto de silencio en homenaje a las víctimas de Arizona, pero sin entrar en la polémica política.
PEDRO RODRÍGUEZ / CORRESPONSAL EN WASHINGTON  (ABC)
Día 11/01/2011

El presidente Barack Obama encabezó ayer desde la Casa Blanca el minuto de silencio convocado en homenaje a las víctimas de la matanza de Arizona. Entre banderas a media asta y llamadas telefónicas a las familias de las víctimas, el líder americano cerró los ojos, agachó la cabeza y meditó. Pero sin entrar en la gran polémica generada sobre la sobredosis de retórica e iconografía con implicaciones de violencia en la política de Estados Unidos.

El silencio de Obama —pese a las presiones para que haga un discurso a la nación como hizo Bill Clinton en 1995 tras el atentado de Oklahoma— contrastó con la vehemencia del «Tea Party» al rechazar cualquier responsabilidad remota en el tiroteo perpetrado el sábado, durante un encuentro con votantes de la congresista demócrata Gabrielle Giffords. Según insisten los dirigentes del movimiento conservador, lo ocurrido es producto de un enajenado que nada tiene que ver con la oposición articulada el año pasado ante el intervencionismo gubernamental de la Casa Blanca.

La agrupación del «Tea Party» en Tucson se apresuró a revisar sus listas de miembros y comunicaciones electrónicas, sin encontrar mención alguna de Jared Loughner, el joven de 22 años responsable del tiroteo. Mientras, portavoces nacionales denunciaron la existencia de intereses partidistas en los intentos de atribuir implicaciones terroristas a un movimiento con tanto éxito político. Según el comentarista conservador Erick Erickson, «el “Tea Party” ganó en noviembre y los ganadores no se dedican a pegar tiros».

A modo de respuesta, los críticos del «Tea Party» no hacen más que repetir los múltiples ejemplos de lo que denuncian como «retórica tóxica»: desde el eslogan de «no retirarse, recargar» hasta el mapa publicado por Sarah Palin con una lista de candidatos demócratas bajo el punto de mira. Además de recordar que los propios dirigentes del movimiento conservador tuvieron que hacer un esfuerzo antes de las elecciones para controlar la percepción de que se estaban convirtiendo en una especie de banderín de enganche para radicales.

En toda esta discusión, alentada por la paralización temporal de la agenda legislativa en Washington, también destaca el triste testimonio del padre de la congresista, Spencer Giffords, a quien cuando este sábado se apresuraba a llegar al hospital de Tucson donde su hija permanece en estado de extrema gravedad le preguntaron sobre si ella tenía enemigos conocidos. Su respuesta entre sollozos fue corta pero directa: «Sí. Todo el “Tea Party”».

Esta depuración de responsabilidades políticas también afecta a Sarah Palin, supuestamente furiosa por su protagonismo en este desagradable debate. Frente a las exigencias de que al menos presente disculpas por su mapa de dianas, la ex gobernadora de Alaska mantuvo ayer su silencio. Aunque durante el fin de semana se habría comunicado con Glenn Beck, el gran propagandista del «Tea Party» desde su tribuna diaria en la cadena Fox News.

Seguridad de Palin

Beck expresó públicamente su solidaridad con Palin en estos momentos difíciles y le sugirió que contrate los servicios de la misma compañía californiana de seguridad que él utiliza. En un correo electrónico, la heroína del «Tea Party» habría contestado: «Odio la violencia. Odio la guerra. Nuestros hijos no tendrán paz si activistas políticos capitalizan lo ocurrido para presentar a cualquiera como incitador del terror y la violencia».

Rebecca Mansour, parte del equipo formado por Sarah Palin para una posible candidatura presidencial, volvió a renegar de la «terrible politización» que se está intentando atribuir al tiroteo de la congresista Giffords. En declaraciones al diario «USA Today», la ayudante de Palin recalcó que la tragedia no tiene motivaciones políticas: «La locura no es una ideología. No entiendo que alguien pueda ser considerado responsable por alguien con sus facultades mentales completamente inestables». Además de insistir en que «el lenguaje de poner en el punto de mira un disputado distrito electoral ha sido utilizado mucho antes de que nosotros lo hiciéramos».

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