Mario
J. Viera
El
morocho, que ya le resulta corta su mano derecha, intenta hacerla derechísima y
escribe en su cuenta de X un extenso comunicado, que inicia con una frase que
parece tomada de algún centrista, escrita en mayúsculas: LIBERTAD DE EXPRESIÓN.
PARA TODOS, que como parte de su “nueva Doctrina de Política Exterior, está su
visión, por cierto, muy particular suya, es la creencia “en una verdadera
libertad de expresión. Pero para todos. No solamente para algunos”.
¡Qué
bien, me complace tal frase! A continuación, se lanza en contra del periodismo,
diciendo que, el “periodismo se ha acostumbrado, a lo largo de las últimas
décadas, a que deben ser tratados como profetas de la verdad única e
incontrastable, a los que no se puede criticar, ni desmentir, ni corregir”. Digo yo, eso depende del modo utilizado para
criticarle y desmentirle y de quien, y de qué intereses proviene la crítica y
el desmentido, pero ¿corregirlo? ¿En el empleo de la gramática? ¿En el estilo
de la redacción del texto? No, de eso no se trata. Milei quiere corregir al
periodismo argentino porque “al igual que ha ocurrido con todo el resto de las
cuestiones vinculadas a la política, el periodismo se ha corrompido, ensuciado
y prostituido al calor de los sobres y la pauta oficial”. ¡Nada! que de acuerdo
a la cabecita desgreñada de Milei el periodismo, en Argentina es como un mercenario
de cualquiera de los gobiernos que se han sucedidos en Argentina.
Nota
característica del periodismo argentino para el anarco-capitalista, ¿es que
critica a los gobernantes? No, sino la “extorsión”. ¿Extorsión? Si, dice el
melenudo: “Primero te pegan, y después
te pasan la factura”. ¿Y cómo se manifiesta la “extorsión” Milei dixit? Como “mentira”,
como “difamación”, como “injuria”, como “calumnia”, algo así como las “fake
news” que tanto el mentor ideológico de Milei se complace endilgarle al
periodismo crítico hacia él. El parece decirnos que no le teme al periodismo
libre, porque en su partido, ese que se denomina “La Libertad Avanza”, no le
deben nada a nadie y no tienen negocios con nadie, ¡Claro está, eso está por
verse! Habrá que preguntarles a sus socios ideológicos como VOX, al Partido Republicano
de Donald Trump y a Jair Bolsonaro. Promete con toda su pasión: “Vamos a
contestar. Vamos a decir nuestra verdad. Vamos a bajarlos de esa Torre de
Marfil en la que creen que viven. Porque libertad de expresión significa que
nadie puede evitar que hablemos. Ni siquiera los sagrados periodistas”.
¡Por
supuesto que él, su Gobierno, su gente de confianza, su hermanita, todos van a
contestar! Así mismo lo ha hecho y lo sigue haciendo Trump; pero así mismo lo
hizo Fidel Castro, contestarle al periodismo con los epítetos más poderosos que
puedan encontrarse en el idioma castellano. El periodismo crítico, objetivo y
de análisis siempre introduce su dedo índice dentro de las llagas de un
gobierno, y eso duele; ningún dictador, ningún gobernante autoritario lo
resiste. Pero el periodismo no puede ser amigo de ningún Gobierno, no puede
regalarles alabanzas, si no, no sería periodismo libre.
En
democracia, esto parece que lo desconoce este fanático del neoliberalismo
económico convertido en ideología a favor de los grandes capitales y de los
grandes intereses de los detentadores del mercado. El periodismo, por regla
general no se anida en lo alto de una Torre de Marfil, está en las calles, en
los campos entre la gente. En Torres de Marfil se agazapan ambiciosos de poder,
dislocados profetas de las milagros económicos basados en teorías que han
demostrado ser incapaces de enfrentar la pobreza y de las divisiones sociales.
Puede
gritar el melenudo todo lo que quiera, esa consigna populachera suya de “¡Viva
la libertad carajo!!!”, pero él no es, ni lo será uno de esos “locos que
inventaron el amor”, ni los que inventaron la LIBERTAD.
Pobres
pueblos de América Latina que siempre va de bandazos a bandazos eligiendo
iluminados que solos les traen oscuridad. Si una vez, siendo joven, muy joven,
soñaba con la fundación de una Federación Latinoamericana, hoy me quedo con mi
islita caribeña, actualmente sometida a la empresa mafiosa del PCC. S.A una vez
que se haya liberado de ese yugo, ni pongo esperanzas, como algunos cubanos en
su patriotismo frustrado anhelan en una anexión a la gran potencia del norte,
que. al paso que va ésta, en mucho se está semejando al bananerismo de América
Latina.