§ 1. En 1988, en un informe
que brindó Castro en un video, solo accesible a los funcionarios del gobierno y
a los altos cuadros y militancia del PCC, se refirió a una nueva
“contrarrevolución”, en lo fundamental inspirada en los criterios de la
Perestroika y el Glasnost que impulsara Mijaíl Gorbachov y que fuera la causa
eficiente del que Castro denominara “desmerengamiento” de la URSS. Castro
advertía que había que estar alerta ante el accionar de esa novísima actividad
“contrarrevolucionaria” que ni los Comité de Defensa de la Revolución (CDR)
podrían contener. Un fenómeno nuevo que se oponía a la acción violenta y se
decantaba a favor del respeto a los postulados de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos. Estaba hablando de la aparición de un movimiento contestatario
que no podía vincular con los partidos políticos tradicionales, ya
desaparecidos de la escena, ni con los antiguos latifundistas, ni con la
burguesía despojada de su poder económico, pues se trataba de un movimiento
impulsado por antiguos defensores del sistema socialista y por elementos de
izquierda o de centro izquierda, se trataba de un movimiento inusual en Cuba o,
como lo explicita Pablo Alonso, sin “antecedentes
en la historia de Cuba durante el período republicano precastrista, ni tampoco
durante el de la colonia y las guerras independentistas”, o como declara
Reinaldo Bragado, que el dictador Castro: “No
tiene ante sí a un ciudadano conspirando que le prepara un atentado, por el
contrario, se encuentra con civilistas ─ trasnochados, según él ─ que esgrimen
los derechos establecidos en cierta Carta firmada el 10 de diciembre de 1948 de
la cual Cuba es signataria y que, aunque los manden a prisión, no cejan en su
trabajo”[1].
Antes se había producido la
convulsión de 1980, cuando más de diez mil cubanos penetraron en la Embajada
del Perú reclamando se les concediera asilo para abandonar el país, motivados
por los resultados de la apertura castrista de 1978 que permitió, por primera
vez, la visita a Cuba de la comunidad cubana de exiliados residentes en Estados
Unidos. Ellos, que la propaganda mostraba pasando necesidades y hasta sufriendo
un gran nivel de pobreza en Estados Unidos, llegaron cargados de maletas,
dólares y regalos. Los cubanos, desde ese encuentro con los “hijos pródigos”,
tuvieron una visión diferente de la vida fuera del “paraíso” socialista, al
comparar sus propias condiciones económicas de escaseces con la relativa
prosperidad de los exiliados.
El 20 de mayo de 1985, por
iniciativa del presidente Ronald Reagan se iniciarían las transmisiones de
Radio Martí hacia Cuba. Y ya, a finales de los años de la década de 1980, se
habían constituido cinco organizaciones que se proponían velar por el
cumplimiento de los derechos humanos, el Comité
Cubano Pro Derechos Humanos, dirigido por Ricardo Boffil, oficialmente
fundado, el 28 de enero de 1976 en la residencia de Marta Frayde Barraqué, una
reconocida obstetra que había sido embajadora de Cuba ante la UNESCO, y según
Adolfo Rivero Caro, “Al calor de los
Acuerdos de Helsinki de 1975 y de la aparición de los primeros organismos de
derechos humanos en la URSS y otros países socialistas”; el Partido
Pro Derechos Humanos de Cuba, fundado el 20 de julio de 1988; el Comité Martiano por los Derechos del Hombre;
la Comisión Cubana de Derechos Humanos y
Reconciliación Nacional (CCDHRN) fundada el 10 de octubre de 1987 y la organización denominada Amigos de la Perestroika.
“La institucionalización del CCPDH en 1976 ─ expone Pablo Alonso ─ no fue un acto improvisado, ni el
resultado de una decisión entusiasta. Había sido la culminación de un proceso
iniciado en 1967 en las cárceles, cuando Bofill y López cumplían condenas bajo
cargos de ‘diversionismo ideológico' en una causa conocida como La
Microfracción, en la cual fueron involucrados varios antiguos militantes de la
Juventud y el Partido Socialista Popular”[2].
Además de Ricardo Bofill y Ricardo López, formaban parte de aquella causa
Francisco Pérez de Armas, Orlando Olivera, Arnaldo Escalona, Raúl Fajardo,
Carlos Quintela, José Caballero, Hilda Felipe, Edmigio López y Félix Fleitas.
En aquella primera reunión
del Comité Cubano Pro Derechos Humanos (CCPDH), en la que participaron Ricardo
Boffil, el ex funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores Elizardo
Sánchez Santa Cruz, Edmigio López Castillo, el ex profesor de Filosofía de la
Universidad de La Habana Adolfo Rivero Caro, el también ex profesor de la
Universidad de La Habana, pero en Economía, Enrique Hernández Méndez, y la Dra.
Marta Frayde Barraqué, se elaboró el que fuera primer comunicado de prensa del
CCPDH que sería entregado a varias sedes diplomáticas por mano de la Dra.
Frayde. Posteriormente, la Dra. Frayde sería detenida en junio de 1976, acusada
de colaborar para la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y condenada a
cumplir 29 años de prisión.
[...] Cuando se inició la
lucha revolucionaria contra la dictadura de Fulgencio Batista, la Dra. Frayde,
muy cercana a Castro por su membrecía en el Partido Ortodoxo, se incorporó al
movimiento insurreccional. A la huida del dictador, Fidel Castro, ya vencedor,
la designaría como representante de Cuba ante la Organización de Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), permaneciendo en
esa representación hasta 1965, cuando renunció por discrepancias con la
dirección del gobierno de Cuba. Sobre su participación en el gobierno de Fidel
Castro, Frayde diría: "Yo quería
hacer algo grande por mi país (…) y
vine a darme cuenta de la deformación del proceso con posterioridad. Fidel
Castro nos engañó a todos, empezando por mí. Los visionarios del primer momento
fueron la minoría". [...]
§ 1.1. Cuando la estampida
del 80, el gobierno castrista envía a prisión, por segunda ocasión a Ricardo
Boffil, Adolfo Rivero Caro y Elizardo Sánchez. En este periodo de prisión el
CCPDH se fortalece. En 1983, Ricardo Bofill entra en contacto con el también
preso del Combinado del Este, Ariel Hidalgo condenado a prisión bajo el cargo
de “propaganda enemiga”. Ambos se ponen de acuerdo para, por los recursos de
Boffil, sacar una denuncia, que rubricaron con sus propios nombres, sobre un
preso colocado en incomunicación. Aquel documento circularía posteriormente en
el extranjero llevando, según Hidalgo, como apéndice, la noticia de la
existencia en Cuba del primer comité de derechos humanos[3].
Siguiendo lo que relata Ariel Hidalgo, Boffil envió un mensaje a Elizardo
Sánchez, preso en la prisión de Boniato en Santiago de Cuba, y se comunicó con
Gustavo Arcos Bergnes, que se encontraba bajo incomunicación en los calabozos
conocidos como “Los Candados”, ubicados en el sótano del edificio 3 del
Combinado del Este. Bajo estos esfuerzos, Boffil e Hidalgo, lograron nuclear
alrededor suyo una media docena de prisioneros integrando el Comité. No
obstante, Alex Anton señala que en ese tiempo Boffil había admitido, para
formar parte del comité, entre treinta y cuarenta nuevos miembros.
“La represión no se hizo esperar ─ expone Ariel Hidalgo ─. Bofill fue incomunicado casi inmediatamente
y toda la guarnición militar en un operativo devastador en todo el piso 4,
habitado por presos políticos, arrasó con bolígrafos, lápices, plumas,
cuadernos, libros y hasta el más mínimo pedazo de papel, lo cual nos dejó
arrinconados y reducidos casi a nada, entre la represión policiaca y una
población penal que nos veía como causantes de su actual infortunio”.
Luego de un periodo de
permanencia en celdas de aislamiento, Ricardo Boffil fue puesto en libertad en
mayo de 1982 y comenzó a trabajar en el crecimiento del Comité Cubano Pro
Derechos Humanos; en tanto, en el Combinado del Este, la docena de prisioneros
que se habían nucleado en la defensa de los derechos humanos, elije en 1986 a
Hidalgo como presidente del ahora denominado Liga Cívica Martiana.
En junio de 1987, de
acuerdo con Alex Anton, Boffil recibe una carta del presidente de los Estados
Unidos Ronald Reagan donde le aseguraba que los Estados Unidos continuarían
presionando para lograr una investigación internacional sobre los derechos
humanos en Cuba, agregando Reagan que “cuantos más datos estén disponibles a
más personas, esperamos un aumento en el apoyo”[4].
Entendió entonces Boffil que ya era el tiemplo de plantear un reto directo al
castrismo.
El 23 de octubre de 1987 se
convocó a una misa en la iglesia de San Juan de Letrán en memoria del sacerdote
polaco Jerzy Popieluszko asesinado por la policía política polaca el 19 de
octubre de 1984. Ante los periodistas que cubrían la ceremonia y de los diplomáticos
que asistían a la solemne oración, Ricardo Boffil leyó el texto que denominaría
Llamamiento de La Habana, que
concluía con el siguiente párrafo: “hacemos
un llamamiento por el cese del virtual estado de ley marcial que vive Cuba y
porque se abra paso al imperio de un estado de derecho democrático donde toda
la ciudadanía goce de la garantía de vivir sin miedo”. Este acontecimiento
sería, según Reinaldo Bragado[5],
la primera actividad pública del CCPDH.
De acuerdo con Rivero Caro
los días 5, 6 y 7 de febrero de 1988 se difundía por primera vez por un medio
de comunicación de masas, Radio Martí, la denuncia de las violaciones de los
derechos humanos en Cuba en la voz de activistas cubanos. “El 10 de diciembre de 1987, Bofill, Reinaldo Bragado, Rolando Cartaya,
Rafael Saumel, Edmigio López, Raúl Montesinos y Tania Díaz Castro se reunieron
en el apartamento de esta última para grabar una mesa redonda sobre la
situación de los derechos humanos en Cuba. Cartaya actuó como moderador. Radio
Martí recibió la grabación de la reunión y ésta fue transmitida, bajo el nombre
de ‘Coloquio de La Habana’”[6]
La propuesta de hacer
aquella mesa redonda había sido presentada por el periodista Rolando Cartaya,
quien había ingresado en el CCPDH por intermedio del escritor Rafael Saumell.
Boffil acogió la idea con entusiasmo. La audición se realizó en la casa que
Tania Díaz Castro ocupaba en la calle Lealtad #365. En aquella audición, como
relata Cartaya, “quedó expuesta a lo
largo de hora y media la Cuba en la que vivíamos: La de las violaciones de
derechos justificadas por la Constitución y el Código Penal; la de los presos
políticos golpeados y confinados en celdas de castigo (algunos, condenados a
muerte); la de la Ley de Peligrosidad que enviaba a cientos de personas cuatro
años a la cárcel sin haber cometido ningún delito; la del hostigamiento a todos
los religiosos, y con particular saña, a los Testigos de Jehová; la de las
prohibiciones kafkianas de salida del país, y las cárceles llenas de
"lancheros"; la de los escritores condenados por Propaganda Enemiga;
la de la efervescencia creada por el glasnost y la perestroika en la Unión
Soviética…”[7]
Ahora tal como un día Boffil le dijera a Cartaya, “la historia reciente de Cuba podía dividirse en antes y después de
Radio Martí”.
Poco tiempo después de
emitida esta audaz mesa redonda, el Comité Cubano Pro Derechos Humanos,
lanzaría otro osado reto al régimen, sacar a la luz la existencia de una
cultura de carácter disidente subsumida dentro y fuera de las estructuras de la
cultura oficial. Así, el 13 de febrero de 1988[8],
en el apartamento del matrimonio Carlos Valdés y Alicia Fernández, no distante
de la céntrica esquina de 12 y 23 en el Vedado, el CCPDH organiza la Primera Exposición de Arte Disidente.
Allí, con la asistencia de periodistas de la prensa extranjera, representantes
diplomáticos acreditados en la isla y delegados de Americas Watch y del Comité
de Abogados de Nueva York, cuya visita en Cuba había sido autorizada por
Castro, se expusieron cuadros y esculturas de Raúl Montesinos en una
presentación bajo el título de “Premios y Castigos” [...] Se presentaron
también poemas de los presos políticos Ernesto Díaz, Alfredo Mustelier y
Alberto Fibla.
§ 1.2. En octubre de 1987,
Elizardo Sánchez Santa-Cruz se separa del Comité Cubano Pro Derechos Humanos, a
causa de discrepancias que se habían producido, y funda la Comisión Cubana de
Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, a la que se unieron algunos
activistas del Comité, expresos políticos y nuevas figuras, como el licenciado
en Historia del Arte, Yndamiro Restano. Restano había ejercido durante diez
años el periodismo como reportero para Radio Rebelde. Ya antes, aunque de
padres de afiliación comunista, antiguos militantes del PSP, Restano había
tenido conflictos ideológicos y arrestado por la Seguridad del Estado cuando se
había propuesto redactar un boletín clandestino, que tituló Nueva Cuba, para opinar sobre temas que
el periodismo oficial no trataba. En 1985 sería separado de Radio Rebelde por
sus opiniones políticas, aunque logró ser aceptado en los estudios de una
emisora de Sancti Spíritus, de donde nuevamente sería separado. Por diferentes
gestiones que se hicieran por su padre, logró formar parte del equipo de Radio
Ciudad, en La Habana, donde nuevamente confrontó problemas ideológicos.
Separado de esa emisora, ya nadie le contrataba. Fue idea suya crear un
organismo de prensa independiente y crítico, donde podría incorporar a aquellos
periodistas que conocía habían sido rechazados en la prensa oficial por sus
opiniones políticamente heterodoxas. Junto a estos periodistas, sus nuevos
colaboradores, daría vida a la Asociación
de Periodistas Independientes de Cuba (APIC) y, a partir de este proyecto
nacería, posteriormente, todo el movimiento del periodismo alternativo o
independiente de Cuba, aunque en realidad, el antecedente de lo que sería el
periodismo independiente en Cuba habría que encontrarle en el programa del 10
de diciembre de 1987 cuando se transmitió directamente desde la isla la mesa
redonda de denuncias de violaciones de derechos humanos por parte del Comité
Cubano Pro Derechos Humanos.
§ 1.3. A finales de 1987,
luego del desprendimiento del grupo de Elizardo Sánchez Santa Cruz del Comité
Cubano Pro Derechos Humanos, el que antes fuera participante de la guerra en
Angola, Julio Soto Angurel, crea el tercer grupo dedicado al monitoreo de los
derechos humanos, el Conjunto de
Defensores Independientes de los Derechos Humanos y Reconciliación Nacional
José Martí. Soto Angurel había sido expulsado por contradicciones
ideológicas, del Instituto Cubano de la Industria Cinematográfica donde
laboraba. Con la fundación de su organización, se proponía adoptar una posición
a favor del glasnost y la perestroika y en la denuncia de los abusos de poder
del régimen. En realidad, esta organización no llegó a alcanzar nunca la relevancia
que alcanzarían los dos grupos de carácter similar que le precedieron.
Soto Angurel, de quien
apenas se tienen informaciones precisas, el 8 de octubre de 1989 sería detenido
por la Policía Nacional Revolucionaria. Según Amnistía Internacional, “fue trasladado al Hospital Psiquiátrico
Nacional. A finales de octubre se encontraba en la prisión de Combinado del
Este. A principios de 1990 fue procesado por "desacato" y posesión de
explosivos y se cree que fue condenado a dos o cuatro años de prisión”[9].
[...]
§ 2. Entre el 16 y el 26 de
septiembre de 1988, una comisión de derechos humanos de las Naciones Unidas, en
cumplimiento de una encomienda de la 44ª sesión de la Comisión de Derechos
Humanos, con sede en Ginebra, visitó la isla, luego de una invitación directa
de Castro. La comisión o Grupo de Ginebra, estaba integrada por su presidente,
el senegalés Alioune Sene y otros cinco miembros del órgano, los diplomáticos
Sefi Attah de Nigeria, Todor Dichev de Bulgaria, José E. Ingles de Filipinas,
Michael Lillis de Irlanda y Rafael Rivas Posad de Colombia.
Ya Castro se estaba
adelantando a cualquier reconocimiento internacional a las dos organizaciones
de derechos humanos que, desde la ilegalización, funcionaban en Cuba, y, al
mismo tiempo, pretendía mostrarse como flexible ante las quejas que pudieran
ser presentadas ante la comisión. Remozaría las prisiones, principalmente la
del Combinado del Este, y le daría garantías de no tomar represalias contra las
personas que estuvieran dispuestas a deponer declaraciones ante la comisión. La
misión de la ONU recibiría ─ según reportaje del periódico español El País ─ 1
618 quejas, 86 de las cuales fueron presentadas en audiencias a puerta cerrada;
las restantes fueron recibidas por escrito, ante la imposibilidad de que todas
fuesen atendidas verbalmente.
El Comité Cubano Pro
Derechos Humanos y la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación
Nacional, presentaron sus denuncias ante esa comisión. Sin embargo, y en
contrario a las garantías que el gobierno de Castro de no tomar represalias
contra los que hicieran descargos ante el grupo de Ginebra, pronto se empezaron
a tomar medidas represivas contra aquellos testificantes, de modo que la
Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en su 46ta sesión de 1990,
en su Resolución 1990/48, se mostraba “Preocupada
por los informes de que los testigos que declararon ante el grupo de trabajo de
la Comisión han sido objeto desde entonces de detenciones, hostigamiento u
otras formas de represalias por parte del Gobierno de Cuba” y, solicitaba
al gobierno cubano que respetara “las
reiteradas garantías que dio a los representantes de la Comisión que visitaron
Cuba en cumplimiento de la decisión 1988/106 en el sentido de que las personas
que intentaran ofrecer información a estos representantes no serían objeto de
represalias, detención o consecuencias negativas de ninguna naturaleza”.
§ 3. Tras retirarse de Cuba
la Comisión del Grupo de Ginebra, la Asociación Pro Arte Libre (APAL) organizó
un acto público en conmemoración del 20 de octubre, la fecha dedicada a
celebrar el Día de la Cultura Nacional. El propósito era colocar un ramo de
flores ante el trozo de la Real Cárcel de La Habana que se conserva en el
parque de los Enamorados (también conocido como Parque de los Mártires y Parque
de la Cárcel) entre el Paseo del Prado y la calle Cárcel o Capdevila y que
rememora el presidio de José Martí. Además de la colocación del ramo floral se
proponían también hacer unas declaraciones sobre los objetivos de la APAL.
Al llegar al parque ya
todas sus banquetas estaban ocupadas por supuestos ciudadanos civiles, solo
hombres de aspecto muy varonil, como me comentara Aida Valdés Santana, que se
mantenían alertas y vigilantes. Eran seis los que por APAL habían acudido a
conmemorar la fecha, junto a unos pocos simpatizantes, cuando de pronto, a una
orden, todos aquellos “ciudadanos civiles” se lanzaron contra ellos. Tras un
breve forcejeo, los seis, entre los que se encontraban, la hija de Félix
Fleitas, presidente de Amigos de la
Perestroika, Rita Esther Fleitas, y Pablo Roberto Pupo Sánchez, Lázaro
Cabrera Puente, Juan García Cruz, Gilberto Plasencia y Ramón Cabrera fueron
apresados, “Los seis de la Calle Cárcel”, como serían identificados tras su
detención y hasta el momento cuando fueron procesados, en septiembre de 1989. El
Granma reportaría el acontecimiento: “...alrededor
de una docena de elementos desafectos emprendió actividades provocativas (cuando
la multitud se dió cuenta) que se trataba
de una actividad contrarrevolucionaria les reclamó a aquellos elementos,
quienes respondieron con un lenguaje ofensivo. Esto inmediatamente provocó una
justa y fuerte reacción del pueblo... Las 50 a 60 personas que espontáneamente
se habían reunido realizaron un acto de repudio y de combatividad
revolucionaria contra tales actos... Como resultado de estos acontecimientos, 6
de estos elementos antisociales fueron arrestados...”.
Evidentemente, la seguridad
del estado estuvo prevenida del acto que se pretendía realizar por el grupo
disidente. Alguien había informado a la policía política y no por descuido
negligente; alguien, del propio aparato de la inteligencia castrista,
infiltrado entre los miembros del grupo disidente. [...]
Desde los primeros tiempos
del movimiento disidente-opositor, estuvo presente una lucha interna entre
factores de diversos grupos que terminaban en desprendimientos o en la dualidad
de una misma organización o con el mismo nombre, como ocurriría más tarde con
la Asociación Pro Arte Libre con la disputa por la presidencia entre Pablo
Roberto Pupo Sánchez y Armando Araya García.
§ 4. El 16 de marzo de
1988, hace recordar Pablo Alfonso en Martí noticias, que “Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, reconoce por
primera vez la existencia del CCPDH y publica el primero de una serie de
artículos contra Bofill y los demás activistas de derechos humanos: ‘¿Quiénes
son esta gente? ¿Qué representan?’, se pregunta Granma, que califica al Comité
de: ‘una mafia contrarrevolucionaria donde se junta todo tipo de delincuentes
que conspiran contra la Revolución al servicio de la CIA’”[10].
Ya se iniciaba la campaña mediática de difamación sobre Ricardo Boffil; el
Granma le denominaría en su Editorial como "verdadero Frankestein, fabricado por la CIA” y cuyos colaboradores
eran solo “un grupito de mercenarios y
vendepatrias (...) sus presuntos
simpatizantes (...) varias decenas de
ex presos contrarrevolucionarios”.
En el periódico El País del
12 de septiembre de 1988, en reseña de César Leante, se dice: “El 18 de marzo se desencadenó el grueso de
la campaña contra Bofill. Granma, que habitualmente tiene ocho páginas, le
dedicó dos íntegras este día y el siguiente. Del diluvio de acusaciones que se
le hacen destaca la adjetivación. Se le llama "sujeto lépero, mendaz e
inescrupuloso", “pícaro de la calle", "alimaña",
"simulador", "farsante"... Como resulta imposible describir
el cúmulo de delitos de que es acreedor, digamos que éstos comienzan en la
cuna, pues se le acusa de haber alterado la fecha de su nacimiento. Luego, de
adolescente, como un Jean Valjean precoz, le robó los candelabros al cura de su
pueblo y ejerció el raterismo en una tienda de víveres (...) La campaña se trasladó a la televisión, y
los días 22, 23 y 24 de marzo se proyectó, por el canal más visto y a la hora
de mayor audiencia, una serie titulada Historia de un fullero”. Todo un
enorme esfuerzo por desacreditar a un hombre que, de manera pacífica, osaba
lanzar un reto al sistema a cara descubierta.
La campaña contra Boffil
resultaría contraproducente para el castrismo. Boffil se hizo conocido por todo
el pueblo de Cuba y, además... admirado por su osadía de enfrentar el poder de
Castro.
§ 5. El 20 de junio de
1988, por iniciativa de Ricardo Bofill, junto a Samuel Martínez Lara como
Secretario Ejecutivo y Tania Díaz Castro como Secretaria General, se funda el Partido Pro Derechos Humanos de Cuba
(PPDHC), como órgano de accionar político a favor de los derechos humanos,
siendo el iniciador, como primer partido político disidente, de todo el
posterior movimiento opositor de carácter político. Entre los iniciadores del
PPDHC, aparte de Boffil, Martínez Lara y de Díaz Castro, formaron en sus filas
David Moya Alfonso, el profesor Hirán Abí Cobas, el ingeniero Roberto Bahamonde
Masot, el abogado Pablo Llabre y Jesús Yanez Pelletier.
Samuel Martínez Lara en
1975 se había graduado en la Universidad de La Habana con el grado de Doctor en
Medicina en la especialidad de Psiquiatría. Posteriormente, en la Universidad
de Berkeley, California ampliaría sus estudios y obtener un Master en Salud
Pública - Salud Mental y la Comunidad; con esta capacitación fue aceptado para
trabajar en el Departamento de Psiquiatría del Hospital Calixto García y en el
Instituto de Investigaciones Científicas sobre el Cerebro. En 1974 es captado
por el servicio de inteligencia. No obstante, en 1978 por conflictos
ideológicos sería separado de su empleo. Luego de dos años de dificultades
intentó, junto con la que era su esposa y de su hijastro, una salida furtiva
del país en abril de 1982, pero es capturado y condenado a tres años de
prisión. Luego de haber cumplido la sanción que se le impusiera, trató en vano
de obtener un permiso del gobierno para abandonar el país. Vinculado entonces
al Comité Cubano Pro Derechos Humanos, en septiembre de 1986 es de nuevo
detenido y mantenido en reclusión en una de las celdas de Villa Marista,
cuartel general de la Seguridad del Estado, durante 137 días, al final de los
cuales fue puesto en libertad sin cargos.
Tania Díaz Castro, la
villareña que ejercía el periodismo y escribía poesía, había trabajado para la
Revista Bohemia y para el Instituto Cubano de Radio y Televisión. Según su
amiga Belkis Cuza Malé, Tanía había residido por breve tiempo en Japón con
aquel japonés con el que se había casado. En 1988 había sido detenida por
desacato antes de fundar con Boffil y Martínez Lara el Partido Pro Derechos
Humanos de Cuba.
En el plan de los
iniciadores del movimiento disidente cubano, estaba presente, de algún modo, la
tesis formulada por Václav Havel en su “El Poder de los sin poder” sobre el
principio de la legalidad. De acuerdo con Havel en los movimientos disidentes
del bloque soviético, Andrei Sajarov, Aleksandr Solzhenitsyn, Yuri Orlov y
otros, prevalecía la defensa del hombre enmarcada en la defensa de los derechos
humanos y civiles sancionados en diversos documentos oficiales. “Estos movimientos ─ señaló Havel ─ defienden a todos los perseguidos por
ejercicio de estos derechos, los ejercen a través de su trabajo, insisten
continuamente para que el poder del estado los respete y denuncian todos los
ámbitos de la vida en que se los viola”.
Bajo el principio de legalidad
se actuaría abierta y públicamente, reivindicando que actuarían conforme a la
legalidad emanante de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que el
bloque soviético había acordado respetar a la firma de los acuerdos de Helsinki
de 1975[11].
Ya no se trata de grupos de conspiradores urdiendo una rebelión en contra del
sistema, se trata ahora de un movimiento pacífico de reclamar los derechos que
a cada ciudadano les compete y, para ello, se recurre a un accionar que dentro
del derecho internacional se reconoce como legítimo. Se entendía que el
castrismo, como lo identifica Havel para el caso de todo sistema
postotalitario, “dispone, por su control
directo o indirecto de la sociedad, de medios perfeccionalísimos (...), resulta evidente que todo intento de
rebelión no solo carecería políticamente de perspectivas, sino que también
sería técnicamente imposible”[12].
Así, los diferentes grupos disidentes que comenzaron a surgir dentro de Cuba
declaraban que no pretendían acceder al poder, ni hacer caer al sistema como su
principal propósito, porque, como afirmara Iván Ortega Rodríguez en un ensayo
aparecido en una selección de ensayos bajo la edición de Olga Belmonte García,
“los disidentes vivían en una situación
que parecía inamovible, tan férreamente parecía instalado el sistema que toda
acción en su contra parecía abocada al fracaso...[13]”.
El principal propósito de
los iniciadores, más que políticos, eran de cierto modo reformistas que se
alzaban con la pretensión de democratizar el país. De este modo, un movimiento como tal, de
defensa de los derechos humanos y civiles, expresado de manera pacífica
colocaría al régimen en el desconcierto ante su carencia de recursos
legislativos para su control. No obstante, el régimen castrista asimilaría los
procedimientos soviéticos para condenar en juicios sin las debidas garantías
procesales a diferentes disidentes, como ocurrió en el caso de Eviad
Gamsajurdia acusado en la URSS de “propaganda y agitación antisoviética” en
mayo de 1978, bajo la alegación de haber recibido en su casa a dos periodistas
de Estados Unidos que querían conocer qué opinaba acerca de la política sobre
los derechos humanos que impulsaba el entonces presidente de los Estados
Unidos, Jimmy Carter. La agencia Tass subrayaría el caso diciendo: “De este
modo se pone de manifiesto el papel de los verdaderos inspiradores e
instigadores de las acciones subversivas en la URSS”[14].
Ya en la década de los 80
cuando asumiera el cargo de secretario general del Partido Comunista de la
Unión Soviética, Yuri Andropov pensaba que “los
disidentes, pese a su pequeño número, debían ser tratados como una seria
amenaza al poder soviético (...) También
pensaba que los muchos problemas de la Unión Soviética (políticos, económicos,
sociales) podían resolverse aplicando una mayor disciplina: campos y prisiones
más estrictos, vigilancia más rigurosa y más hostigamiento”[15];
doctrina esta que pronto supo asimilar el castrismo para enfrentar a los grupos
disidentes que surgían en Cuba a impulsos e inspiración del Comité Cubano Pro
Derechos Humanos y del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba.
También en 1988, en La
Habana se funda la organización Amigos de
la Perestroika, presidida por el abogado Félix Fleitas conjuntamente con
Francisco De Armas y Hugo Vázquez Medina. Félix Fleitas, un viejo marxista que
había sido secretario del Partido Socialista Popular (PSP) en el barrio
habanero del Príncipe y miembro y jefe de seguridad de las ORI antes de ser
acusado y encarcelado durante el proceso de la “microfracción” en 1962. El
sería uno de los 36 hombres además de 3 mujeres que fueron procesados y
llevados ante los tribunales. Fleitas, al igual que Ricardo Boffil, sería
condenado a 12 años de prisión, por delitos que no estaban contemplados dentro
del Código de Defensa Social, entonces vigente en Cuba. Durante la subsiguiente
purga impulsada por Castro, en el proceso denominado de lucha contra el
sectarismo, Fleitas fue detenido en octubre de 1967 y sometido a fuertes
interrogatorios.
En ese mismo año aparece el
Comité
Cubano Demócrata Cristiano (CCDC), cofundado en septiembre de 1988 por
Jorge Luís Mari Becerra y Carlos Novoa Ponce, vicepresidente y presidente
respectivamente, ambos miembros de la APAL a su vez, quienes serían detenidos
por la seguridad del estado, el 30 de enero de 1989[16].
El 24 de marzo del año siguiente, el gobierno descargaría su acción represiva
en contra del CCDC deteniendo a sus integrantes Ernesto de Lubián González,
José Antonio Hernández Borroto y Mario Sebastián Mojena.
Ya desde su fundación el Partido
Pro Derechos Humanos de Cuba (PPDHC) se había impuesto la meta de conseguir
apoyo para la realización de un plebiscito nacional que proponía la inclusión
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en el cuerpo del Preámbulo
de la Constitución vigente y la reinstauración del Tribunal de Garantías
Constitucionales y Sociales. En esta dirección, el 6 de noviembre de 1988, el
PPDHC ya había reunido hasta un total de 14,582 firmas que superan el número
requerido constitucionalmente de diez mil firmas para la presentación de
propuestas de leyes ante la Asamblea Nacional del Poder Popular. El llamado al
plebiscito del PPDHC contó con el apoyo y las firmas de 400 artistas e
intelectuales de América Latina y Europa y el rechazo del escritor colombiano
Gabriel García Márquez, según ha dicho Tania Díaz Castro[17].
§ 6. Para 1988, Castro
contemplaba con preocupación los acontecimientos y transformaciones que se iban
desarrollando en la Unión Soviética y la influencia, que ganaban entre la
población y aún entre los mismos militantes del PCC, las publicaciones soviéticas
que circulaban en Cuba, como Tiempos
Nuevos, Novedades de Moscú y la Revista Sputnik, que se hacían ecos de
los avances de la perestroika y del glasnost. Advierte en Santiago de Cuba,
durante la conmemoración del ataque al cuartel Moncada: “Hay algunos que creen que lo que están haciendo en otros lugares es lo
que nosotros tenemos que venir a hacer enseguida; hay también cerebros de esos,
gente sin confianza en sí mismos, sin confianza en su patria, sin confianza en
su pueblo, sin confianza en su revolución, que enseguida dicen que hay que
copiar. Esa es una actitud incorrecta, esa es una actitud equivocada, porque no
hay dos procesos revolucionarios iguales, no hay dos países iguales, no hay dos
historias iguales, no hay dos idiosincrasias iguales; unos tienen unos
problemas, otros tienen otros; unos cometen unos errores, otros cometen otros”[18].
Ante el reto que se le
planteaba a Castro con la fundación del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba,
se revuelve y lanza una amenazadora advertencia en ese mismo acto
conmemorativo: “Y debemos decir aquí, de
una vez y por todas, que no necesitamos más que un partido (...)
Lo digo para que se quiten las ilusiones
los que creen que aquí vamos a empezar a permitir partidos de bolsillo (...) ¡No!, aquí hay un solo partido, que es el
partido de nuestros proletarios, de nuestros campesinos, de nuestros
estudiantes, de nuestros trabajadores, de nuestro pueblo, sólida e
indestructiblemente unido”.
El 4 de abril de 1989
durante la visita a Cuba de Mijaíl Gorbachov, ya se veía en sus palabras un
velado desacuerdo con el dirigente soviético: “se han elaborado todo tipo de
teorías y especulaciones en relación con la visita del compañero Gorbachov a
Cuba, y yo no veo de dónde podían surgir esas crisis de relaciones entre la URSS y
Cuba de que hablan, o esas desavenencias entre el compañero Gorbachov y yo.
(...) son ilusiones que se hace alguna gente (...) en
cuanto a lo que cada cual hace en su país, nosotros no tenemos ni hay razón
para tener ningún tipo de desavenencia con la Unión Soviética. Es que los que se imaginan que tales
desavenencias pudieran surgir, (...)
parten del análisis simplista de la
forma en que en la Unión Soviética llevan a cabo su proceso de reestructuración
y de la forma en que nosotros llevamos a cabo lo que hemos dado en llamar
nuestro proceso de rectificación...”.
Cinco días antes, tres
organizaciones disidentes, tal como reportó el periódico El País[19],
habían hecho llegar, por conducto de la Embajada de la Unión Soviética, un
mensaje donde le solicitaban a Gorbachov, que dejara de tomar parte "en el diseño, asesoría y financiación de la
maquinaria represiva del Gobierno de Cuba". En aquella carta, suscrita
por Elizardo Sánchez, Samuel Martínez Lara y Hubert Jerez Mariño, se calificaba
a Gorbachov como “uno de los grandes
reformadores sociales de nuestro tiempo", y se afirmaba que "la inmensa mayoría del pueblo cubano también
desea cambios democráticos".
En su correspondiente
informe anual sobre violaciones de derechos humanos, la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos planteó la siguiente denuncia:
Así, el 29 de marzo de 1989 – unos días antes de la
visita a Cuba del líder soviético Mikhail Gorbachov – fueron arrestados los
siguientes miembros del Partido Pro Derechos Humanos: David Moya Alfonso, María
Elena Otero, Samuel Martínez Lara, Carlos Pablo Segrera Martín, Gloria Soto
Díaz, Gilda Stuart de Céspedes, Raúl Núñez de Céspedes y María Ester de
Céspedes, quienes fueron llevados a una Unidad policial en La Habana,
juntamente con Audrey Miguel Stuart de Céspedes de diez años de edad.
Las cuatro mujeres y la menor de edad fueron puestas en
libertad esa noche y los ocho afectados fueron juzgados por una Corte Municipal
el día 30 de marzo de 1989, sin que les fuera permitido ser asistidos por un
abogado (...) En el operativo del arresto se secuestró una máquina de escribir,
papel carbónico y otros elementos empleados en la publicación del periódico
"Franqueza", que no cuenta con autorización oficial para circular.
Recuerdo particularmente
aquel día, aunque muchos de los detalles no puedo precisarlos, porque la
memoria es adúltera y muchas veces nos traiciona. Yo había sido invitado por un
activista del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba para participar en una
reunión que esa organización tenía propuesta llevar a cabo en horas de la noche
en el pent-house de un edificio de apartamentos en el Vedado, cerca de la calle
Línea. En compañía de un miembro de la organización de
corta duración, que yo había fundado en marzo de 1988, Movimiento de Resistencia Pacífica 19 de Mayo, me presenté en el
lugar.
Allí había una veintena de
activistas. Recuerdo que observé que solo había acceso al lugar por la escalera
de entrada, si asaltaba el lugar la policía política no había vía alguna de escape.
Allí, entre los que mi memoria guarda, se encontraba el ingeniero agrónomo
Roberto Bahamonde Massot, el hombre que había lanzado el reto de aspirar a
delegado de circunscripción del Poder Popular.
Se esperaba a Samuel
Martínez Lara, a quien ya yo había conocido en el apartamento de Aida Valdés
Santana. En aquella ocasión, Martínez Lara me dijo que el PPDHC estaba
preparando algo que impactaría en el gobierno, y aunque yo no le pregunté ─
resabios de antiguo conspirador: “mientras menos se conozca de un proyecto,
mejor” ─, se apresuró a decirme, que lo que se proponían hacer se lo guardaba.
La reunión prometía ser importante, por el tema que en ella iba a tratarse, y
del cual yo no tenía ni la más remota idea. Pasó aproximadamente una hora de
espera y Martínez Lara no llegaba, en su lugar quien llegó entonces fue
Elizardo Sánchez Santa Cruz, para comunicar la noticia de que debía suspenderse
aquel encuentro porque Samuel Martínez Lara, junto con otros activistas, había
sido detenido por la Seguridad del Estado. Fue entonces cuando conocí
personalmente a Elizardo.
El periódico Franqueza, “un simple y sencillo periódico de tres o cuatro páginas, hecho todo de
forma manual, para darlo a la luz clandestinamente” según lo identifica
Tania Díaz Castro[20],
sería el órgano de prensa que requería el recién fundado Partido Pro Derechos
Humanos de Cuba, para divulgar sus ideas entre los afiliados al partido y entre
vecinos y transeúntes. Franqueza
comenzó a circular en diciembre de 1988, bajo la dirección de Samuel Martínez
Lara y elaborado artesanalmente en la vivienda de la familia González, Manuel
González Rosell, Lidia González García y su hijo, Manuel González González, en
un viejo edificio situado en la calle Reina y Lealtad. Solo circularon dos
números antes de la detención de la familia González entre el 23 y el 24 de
enero de 1989 y la incautación del último número del periódico, y de las
máquinas de escribir. Un primer intento de ejercicio directo del periodismo
independiente.
§ 6.1 Un día después del
encuentro en la Asamblea Nacional del Poder Popular, el 4 de abril, entre
Gorbachov y Fidel Castro, El País reportaba: “A medio millar de periodistas presentes en la Habana para cubrir la
visita de Gorbachov, el Gobierno cubano les dio ayer, inexplicablemente, la
carnaza informativa de la detención de siete disidentes que habían convocado
para la tarde de ayer un acto de protesta frente a la embajada de la Unión
Soviética. Entre los detenidos se encuentra Samuel Martínez Lara, líder del
Partido pro Derechos Humanos y otros miembros de la dirección de este grupo.
También fue arrebatado Rogelio [Sic]
Bahamonde, quien en meses pasados protagonizó la aventura de presentarse como
candidato en unas elecciones del poder popular. Las detenciones fueron
denunciadas por los familiares de los arrestados y confirmadas por un portavoz
oficial cubano. Elizardo Sánchez, presidente de la Comisión pro Derechos
Humanos, anunció que después de estas detenciones, que incluyen a dos miembros
de su grupo, queda sin efecto la convocatoria de la manifestación”[21].
En su informe anual, la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos informaría que los detenidos, en
realidad, habían sido “detenidos 21
activistas de derechos humanos, que planeaban una demostración pacífica en La
Habana” de los cuales solo quedaron bajo arrestos los siete activistas que
reportara El País: Samuel Martínez Lara,
Ernesto Alfonso Rivas, Pedro Alvarez, Hiram Abi Cobas – quien habría sufrido un
ataque al corazón y fue conducido a un hospital –, Evita Cruz Rodríguez y David
Moya, del Partido Pro Derechos Humanos, y Roberto Bahamonde, de la Comisión
Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional. Según información
recibida, estas personas permanecieron incomunicadas en las estaciones 5 o 15
de la Policía Nacional Revolucionaria, sin acceso a abogados” [22].
Así, los siete detenidos serían sancionados, el 7 de abril por el Tribunal
Municipal de Plaza, imponiendo a Samuel Martínez Lara y a David Moya Alfonso
una sanción de 9 meses de privación de libertad, a Roberto Bahamonde Masot,
Hiram Abí Cobas y Evita Esther Cruz Rodríguez a 3 meses de prisión, aunque en
el caso de estos dos últimos se les impuso cumplimiento de sentencia suspendida
por razones de salud.
[...]
§
6.2. En febrero de 1989 Huber Jerez Mariño fundaría el Comité Martiano por los Derechos del Hombre (CMDH), una nueva
organización dedicada a la defensa de los derechos humanos. Coincidiendo en
fecha, la ex presa
política Aida Valdés Santana, luego de separarse del Comité Cubano Pro Derechos
Humanos, por discrepancias con los hermanos Arcos Bergnes, Gustavo y Sebastián,
fundó la Coordinadora de Organizaciones
de Derechos Humanos en Cuba (CODEHU).
[...]
Elizardo Sánchez Santa Cruz, Hiram Abi Cobas y Hubert Jerez Mariño fueron
entrevistados por periodistas de Estados Unidos que deseaban conocer sus
opiniones sobre el fusilamiento del general Ochoa y dos de los encausados conٞ
él. Las respuestas dadas por los tres activistas retaban la versión oficial de
los hechos en torno al caso Ochoa. El 6 de agosto, alrededor de las 5:00 a.m.,
unos 20 agentes de la Seguridad del Estado efectuaron un registro de tres horas
en la residencia de Elizardo Sánchez que, tras confiscar algunos documentos
publicados de Amnistía Internacional, Americas Watch y de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, le arrestan y le conducen a Villa Marista.
Al mismo tiempo la policía política procedió a detener a Hiram Abí Cobas y a
Hubert Jerez. El Granma informaría que estaban imputados del delito sui géneris
de “difusión de noticias falsas contra la paz internacional”. [...] El que
fuera despiadado fiscal del juicio de Ochoa y los coacusados en la denominada
Causa 1, Juan Escalona Reguera, dio su opinión, la del gobierno ce Castro a un
grupo de periodistas que buscaban información oficial: “Sánchez fue juzgado
como delincuente, no como defensor de los derechos humanos”, y como
delincuentes el gobierno consideraba a los grupos disidentes Escalona concluyó:
“no podemos dialogar con grupúsculos
contrarrevolucionarios que pretenden enmascararse en una asociación que no
podemos admitir”.
[...]
§ 9. El 27 de febrero de
1990, Samuel Martínez Lara, tras cumplir los nueve meses a que había sido
condenado, abandona la prisión de Agüica, a donde ahora ha sido conducido
Elizardo Sánchez. Huber Jerez había sido remitido a la prisión de máxima
seguridad Kilo 7 de Camagüey, en aquella prisión, una de las más tenebrosas del
país, Jerez escribe: “El preso, donde
quiera que lo llevan, preso está; delante de nosotros siempre aparecen los
mismos objetos; barrotes y candados, candados y barrotes. La diferencia no la
siento yo, la sienten mis pobres hijitas que son, en realidad, quienes están
cargando la cruz”.
[...]
Fidel Castro apretaba los
nudos de la represión, eran tiempos políticos nada favorable para su proyecto
de poder totalitario y, de cualquier modo, tenía que cortar, eliminar la
influencia de los rápidos procesos de cambio que se generaba en la Unión
Soviética y en los países del Este de Europa y que pudieran expandirse por el
contagio de aquellos pequeños grupos de activistas a favor de los derechos
humanos.
Frente a la residencia de
Sebastián Arcos Bergnes hay un puesto de observación permanente que nada hace
para no ser detectado. Se muestra provocadoramente. Algo se prepara, sin
embargo, los activistas de los diferentes grupos disidentes siguen visitando a
Sebastián. Los represores ya tienen información y conocen que el 5 de marzo
habrá una reunión de disidentes, allí, en la residencia de Sebastián Arcos, el
Secretario General del Comité Cubano Pro Derechos Humanos. Ese día se reunían
para coordinar actividades comunes, Sebastián Arcos Bergnes, Armando Alonso
Romero y Oscar Peña Martínez, por el CCPDH; por el PPDHC estaban Samuel
Martínez Lara y Domingo Hernández Cepero; por la organización presidida por
Elizardo Sánchez, asistía Indamiro Restano, el hombre de la APIC, la Asociación
de Periodistas Independientes de Cuba.
Llegaron en diferentes
vehículos; es la habitual manera de reunir a los esquiroles para lanzarlos al
ataque bien protegido. Eso mismo hicieron. ¿Cuántos participaron en el ataque
vandálico contra le residencia de Sebastián? El mismo lo desconocía, según me
lo comentara algunos días después cuando fui a visitarle. Los vándalos, sus
espaldas protegidas por la policía y los oficiales de la seguridad del estado,
cumplieron muy bien el papel que tenían que representar. Rompieron cristales,
echaron abajo la puerta principal, arrancaron las plantas del jardincillo e
hicieron pintadas en la fachada de la vivienda.
[...]
§ 10. La Propuesta de Diálogo Nacional
del CCPDH
El régimen no detenía el
flagelo de la represión, dirigido principalmente hacia los grupos mayoritarios
o más destacados en su labor de denuncia a las violaciones de los derechos
humanos y de oposición. Las detenciones para interrogaciones, los registros en
viviendas de conocidos disidentes, los violentos “actos de repudio” en su
contra y el encarcelamiento constante de los que se destacaran en sus denuncias
y retos eran notas de todos los días. En esos momentos Human Rights Watch
reportaba que más de 100 miembros de esos grupos habían sido arrestados entre
1989 y 1990 y todavía en 1990 se mantenían detenidos unos 30 activistas. El panorama económico, al mismo tiempo, se
presentaba desolador con la pérdida de los subsidios soviéticos y la caída en
el comercio con los antiguos satélites de la URSS de Europa Oriental. Se
respiraba un marcado deterioro dentro de la sociedad de la isla en general y de
la situación de los derechos humanos en particular, tal como anotó la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos en su Informe anual 1990 – 1991. Se
necesitaba, cuando todavía no era demasiado tarde, hacer algo, proponer
soluciones para, de alguna manera, enfrentar las graves situaciones que se
avecinaban y ponerse en guardia ante el previsible "comienzo de una tragedia".
El Comité Cubano Pro
Derechos Humanos, adelantaría una propuesta para, por una vía, no política,
sino civilista “evitar el caos social en Cuba, con sus probables secuelas de sangre y
de hambruna”. El CCPDH, encabezado por Gustavo y Sebastián Arcos
Bergnes, Oscar Peña y Jesús Yanez Pelletier, hizo público una propuesta de
diálogo nacional, que había sido redactada por Oscar Peña, para que, entre
todas las partes en conflicto, tanto al interior de la isla, incluido el
gobierno, como en el exilio intentar resolver todas las diferencias de manera franca
y sosegada. Se trataba, tal como lo vio Adolfo Rivero Caro de una “cruzada civilista por promover, a través de
negociaciones y esfuerzos políticos, el tránsito pacífico hacia una sociedad
cubana democrática”.
Gustavo Arcos presentó su
propuesta de diálogo nacional diciendo: “Compatriotas,
el Comité Cubano Por los Derechos Humanos, una vez más y a despecho de los
abusos y el acoso al que estamos sometidos... Reitera su disposición al debate”.
Cuando los voceros del Comité Cubano de Derechos Humanos, el ex-preso político
Ariel Hidalgo y la actriz Tete Machado, dieron a conocer la propuesta de
Diálogo Nacional, según recordó Oscar Peña[23],
hubo una reacción favorable al mismo, incluyendo el gobierno de Bush padre (20
de enero de 1989 – 20 de enero de 1993) “que
envió al jefe de la oficina de intereses en persona (John J.) Taylor (1987-1990) a la casa de Arcos Bergnes y la mía a darnos el mensaje de apoyo de su
gobierno”. Esta propuesta que no hizo eco dentro del castrismo despertó en
cambio “una encendida polémica entre las
diversas agrupaciones y personas, especialmente del exilio cubano”. “La prensa de Miami ─ refiere Oscar Peña
─ entrevistó a Bofill en Miami que era el
padre de los derechos humanos y le preguntó: ¿Esa propuesta de crear una Mesa
Nacional de Diálogo está hecha por patriotas o traidores? Por patriotas
contestó y apoyó. Tenía él un programa de radio en la antigua emisora La
Cubanisima y se lo quitaron por respaldarnos”.
Uno de los primeros en
saltar, lleno de indignación, fue Armando Valladares, expreso político cubano,
nombrado Embajador de Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la
ONU, de quien diría con gran sarcasmo François Mitterrand, “el hombre no era poeta, el poeta no era
paralítico y el cubano hoy es americano”, quien de inmediato acusa a Arcos
de traición, “las declaraciones del
Comité, hechas por su líder Gustavo Arcos Bergnes y apoyadas por sus
representantes en el exilio ─ dice Valladares ─, se basan en falsas suposiciones y alteraciones de la realidad cubana
que benefician a la dictadura de Fidel Castro, y constituyen traición a aquellos que luchan, mueren
y todavía se mantienen por casi treinta años en prisión”[24],
retira su apoyo a la oposición interna e invoca "un plan al que no son
extraños algunos dirigentes socialistas internacionales" para
"garantizar al dictador su permanencia en el poder”[25].
De este modo, tal como lo entendió Human Rights Watch, Valladares, ante la
opinión internacional, reforzó su imagen de ser un defensor de los derechos
humanos ideológicamente motivado, cuando atacó la iniciativa del Comité Cubano
Pro Derechos Humanos, simplemente porque reflejaba un método de promoción de
los derechos humanos que no se basaba en el derrocamiento del gobierno de
Castro[26].
Estas irresponsables
declaraciones de Valladares en contra de Gustavo Arcos Bergnes, como lo
consideró Human Rights Watch, si fueran tomadas como una declaración de la
política de Estados Unidos, sugerirían que ya Arcos no era de la preocupación
del gobierno de Estados Unidos y, de este modo, estimularían a las autoridades
cubanas a imponer sobre él, el mismo destino de sus colegas en prisión. Por
fortuna ─ agregó HRW ─ el Departamento de Estado públicamente se distanció del
comentario de Valladares. En una declaración, que librara el 15 de junio,
destacaba que Valladares solamente actuaba como embajador de Estados Unidos
ante la CDHNU en su sesión anual de seis semanas, y era libre de expresar sus
opiniones personales en cualquier otro momento[27].
Debe tenerse en cuenta que
los grupos proderechos humanos y disidentes, llamados históricos, buscaban la
colaboración con el exilio y sus organizaciones con sede en Miami, pero
manteniendo una decorosa independencia de acción con respecto a esas
organizaciones. Esta independencia de acción llegó a generar conflictos con
muchas de las organizaciones del denominado Exilio Histórico.
El otro violento ataque del
exilio cubano en Miami contra el Comité procedió de la Fundación Nacional
Cubano Americana en palabras de Jorge Mas Canosa, que dijo: “No hay que arreglar lo que no está roto, si
estamos ganando, si nuestra perseverancia nos ha llevado más cerca de la
libertad ¿por qué intentar métodos exóticos?” Mas Canosa quiso destacar que
las denuncias de violaciones de derechos humanos hechos por Armando Valladares,
las gestiones en todas partes del mundo de Antonio de Varona y las actividades
de otros grupos y organizaciones del exilio habían permitido la existencia de
disidentes en Cuba. Este era el criterio de importantes organizaciones del
exilio, como la FNCA que consideraban que cualquier grupo opositor o de
derechos humanos en la isla debía acatar las directivas del exilio, debiendo
consultar primero antes de expresar sus opiniones. Concepto este que todavía
prima en muchos sectores del exilio que se ven, no como la retaguardia del
movimiento opositor isleño, sino como sus directores. A partir de 1991, algunas
organizaciones del exilio comenzaron a ejercer una fuerte penetración dentro de
los grupos disidentes que iban surgiendo a lo largo de toda la isla. La
principal de aquellas organizaciones que comenzó a actuar como si fuera la
comandancia general de la oposición interna, sería la Fundación Nacional Cubano
Americana. Sus principales voceros, Luis Zúñiga y Ninoska Pérez, llegaron a
asumir un papel de verdaderos árbitros de la disidencia interna, decidiendo qué
era lo correcto y qué no lo era; quienes podrían ser confiables y quienes no,
un papel muy semejante al que practicaba el mismo régimen castrista.
Oscar Peña, rememorando
aquellos momentos expresó: “Las
autoridades de Cuba tampoco tuvieron altura. Nos respondieron por esa acción
con dos de los más grandes, históricos y largos actos de repudios de la ciudad
de la Habana. El primero en el Reparto Aldabó donde estaba reunida la dirección
del CCPDH. (...) Destruyeron la casa
(de Sebastián Arcos Bergnes) y entró un
oficial que planteó que tenían ‘que sacarnos escoltados porque el pueblo nos
quería matar’. Después nos enteramos por una maestra que llevaron a gritar que
les habían dicho que ‘éramos unos contrarrevolucionarios que estábamos
fabricando bombas’. (...) El segundo
fue en la calle H en el Vedado donde por primera vez y no lo han repetido más
(siempre decían que era el pueblo enardecido) mandaron al frente de la
muchedumbre a altas figuras del gobierno como Roberto Robaina, Felipe Pérez
Roque, Santiago Álvarez y otros muchos más que no recuerdo. Sentíamos pena
ajena al verlos caer tan bajo”.
Pero tal y como lo recordó
Peña, algunas figuras rompieron filas con el denominado exilio histórico en
apoyo al Comité Cubano Pro Derechos Humanos y a su propuesta de diálogo
nacional, entre los que menciona a Carlos Alberto Montaner, los profesores
Enrique Baloyra, José Ignacio Rasco, Uva Clavijo y otros.
La respuesta a Mas Canosa
vino de parte de Ricardo Boffil, diciendo que “efectivamente los opositores al régimen castrista han recibido ayuda y
respaldo de organizaciones fuera de Cuba, y menciono entre ellas a Of Human
Rights, el Centro de Derechos Humanos, Cuba Independiente y Democrática, la
Internacional Demócrata Cristiana, la Confederación latinoamericana de
trabajadores, así como las gestiones del escritor Carlos Alberto Montaner ante
diversos foros e instituciones incluida la Internacional Liberal”, y explicó
que cuando en 1976 se fundó el Comité Pro Derechos Humanos, “no conocíamos de la existencia de
organizaciones de exiliados en los Estados Unidos. Nuestra inspiración fue el
científico soviético Andréi Sajárov, el grupo de Helsinki y más tarde, el movimiento
disidente checoslovaco. Nuestra lucha la hicimos sin ayuda del exilio y nuestro
grupo fue el primero dentro de Cuba que criticó a Castro. Nuestro Comité no es
un partido político, sino un movimiento en pro de los derechos humanos y los
ciudadanos en Cuba tienen tanto derecho a pensar, a opinar y a tomar decisiones
sin consultar, como lo tienen los del resto del mundo. Los derechos se ejercen
inconsultamente”[28].
[1] Reinaldo Bragado. La fisura.
Publicado en Diario Las Américas, USA, Julio 20 de 1991; El Nuevo Herald, USA,
Julio 31 de 1991; Siglo XXI, USA en español; La Prensa, de New York; Siglo XXI,
USA en inglés bajo el título de "A crack in the wall", traducción de
Carmen María Rodríguez; y Revista Próximo, España, No. 4, Primavera de 1992.
[2] Pablo Alfonso. Oposición
Cubana en pie por los derechos del hombre. Martí noticias, 7 de diciembre
de 2012
[3] Ariel Hidalgo. Memoria al
rojo vivo (III). Concordia, 10 de febrero de 2010
[5] Reinaldo Bragado. La
Fisura: Los derechos humanos en Cuba, II. Editorial Pensamiento Libre, 1995
[6] Adolfo Rivero Caro. Antecedentes del Movimiento de Derechos
Humanos. Prólogo
[7] Rolando Cartaya. La primera
mesa redonda disidente, dRM (después de Radio Martí). Martí Noticias, 19 de
mayo de 2015
[8] La memoria histórica al respecto de la Primera Exposición de Arte
Disidente, presenta diferencias en cuanto al día en que esta fuera presentada;
para algunos, como Pablo Alonso, la fecha es el 14 de febrero, para Adolfo
Rivero Caro fue el 11 de febrero y de acuerdo con el Reporte anual (1988) de la
Office of Research & Policy Radio Marti Program esta fecha fue la del 13 de
febrero.
[9] Amnistía Internacional. Cuba. Situación de los Derechos Humanos,
diciembre 1990 RESUMEN Índice AI: AMR/25/07/90s
[10] Pablo Alfonso. Oposición
Cubana en pie por los derechos del hombre. Martí Noticias, 7 de diciembre
de 2012
[11] Es necesario destacar que los Acuerdos de Helsinki constituyeron
un acicate para el crecimiento de la disidencia en la URSS, Checoslovaquia,
Alemania Oriental y Polonia ya que los gobiernos comunistas del bloque
soviético se comprometieron al “respeto de los derechos humanos y de las
libertades fundamentales, incluida la libertad de pensamiento, conciencia,
religión o creencia” mediante la firma del documento de Helsinki; sin embargo
esto no podía ser alegado como principio de legalidad por el naciente
movimiento disidente cubano, pues el Acta de Helsinki se circunscribía
solamente a los países miembros tanto del Pacto de Varsovia como los de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte
[12] Václav Havel. El Poder de
los sin Poder. Prometeus ePub r 1.0, 2014
[13] Iván Ortega Rodríguez, en De
la indignación a la regeneración democrática, a cargo de Olga Belmonte
García, Madrid, Publicaciones de la Universidad Pontificia Comillas, 2014
[14] El País. 19 de mayo de 1978
[15] Anne Applebaum. Gulag:
Historia de los campos de concentración soviéticos. Edit. Debate. 2004
[16] Estos personajes, Mari Becerra y Novoa Ponce, posteriormente
jugarían un muy sospechoso papel de provocadores durante la crisis de las
embajadas.
[17] Tania Díaz Castro. Año 1989.
Cubanet, 25 de enero de 2005
[18] Fidel Castro. Discurso por el XXXV aniversario del asalto al
cuartel Moncada, Plaza Antonio Maceo, Santiago de Cuba, 26 de julio de 1988
[19] Antonio Caño ENVIADO ESPECIAL. El País, 30 de marzo de 1989.
[20] Tania Díaz Castro. El
primer periódico libre que tuvo Cuba comunista. Cubanet, 3 de julio de 2014
[21] Antonio Caño. El País, Diálogo
de sordos entre Fidel Castro y Mijaíl Gorbachov, 5 de abril de 1989
[22] Comisión Interamericana de los Derechos Humanos. Informe a la
Asamblea General de la Organización de Estados Americanos. 1988-1989. Capítulo
IV.
[23] Testimonio de Oscar Peña, Los
raros, Facebook, 2 de octubre de 2019.
[24] El énfasis es colocado en la frase por el mismo Valladares
[25] Vincent Bloch. Reflexiones
sobre la disidencia cubana. SciElo,
anal. polít. vol.22 no.67 Bogotá Sept./dic. 2009
[26] Human Rights
Eatch/reports/1990/WR90/AMER.BOU-05. Cuba. Human Rights Developments
[27] Human Rights
Eatch/reports/1990/WR90/AMER.BOU-05. Cuba. Human Rights Developments
[28] Roberto Laurenti. Fuerte polémica entre las tendencias políticas del
exilio. ABC Internacional, 26 de julio de 1990