domingo, 30 de septiembre de 2012

El diálogo por Miraflores


Joseph Poliszuk: Un análisis de EL UNIVERSAL

Aunque nunca hubo debate, Henrique Capriles y Hugo Chávez dialogaron. En ningún momento se vieron las caras, pero la profesora del posgrado de Análisis del Discurso de la Universidad Central de Venezuela, Cristina D'Avolio, concluye que cada una de las veces que tomaron el micrófono respondieron a su adversario y, en ese toma y dame, destaca que los dos candidatos construyeron un diálogo en el que por primera vez en mucho tiempo el Presidente de la República se vio obligado a responder.

Acostumbrado durante años a fijar la agenda desde Aló Presidente y otros espacios, a Chávez también se le vio reactivo en esta oportunidad. "El candidato burgués dice que 4 millones de venezolanos se acuestan sin comer, eso era cierto en 1998", le respondió en julio cuando ambos comandos apenas aceitaban su maquinaria. "Jalabola eres tú, majunche!", agregó en agosto, y esta semana volvió con otra de esas: "¡¿Quién va a debatir contigo, muchacho? Anda a la Misión Robinson, eres un analfabeta político!".

Tras estudiar varios de los discursos de ambos candidatos, D'Avolio concluye que esta fue una campaña en la que sin mencionar el nombre del otro, tanto Chávez como Capriles dedicaron buena parte de sus palabras a echarle tierra al proyecto del otro y a destacar el suyo. Eso sí, cada uno a su estilo.

El Presidente se ofreció al principio como "el candidato de la Patria". Al principio mostró una representación heroica de él y de sus seguidores con frases como "Los hijos de Bolívar", pero más recientemente ─ cuando se vio a obligado a responder por su obra de Gobierno ─ se vendió como garantía de paz y beneficios sociales. Capriles, por su parte, se mantuvo al otro lado del cuadrilátero con ofertas de progreso, unidad y enunciados conciliadores como los que presentó el 10 de junio en el inicio de su campaña: "Yo no soy enemigo de nadie".

El viraje del Presidente

Como ya Chávez lo había hecho con Henrique Salas Romer y Manuel Rosales, para Capriles también tuvo sobrenombres. En 1998 bautizó a su adversario como "Frijolito", en 2006 dijo que se enfrentaba al "Filósofo del Zulia" y este año volvió a las andadas ya no solo contra el "Majunche", sino también contra lo que el 11 de junio reiteró durante su primer discurso de la campaña como el "majunchismo".

En esa oportunidad Chávez se refirió 52 veces a "ellos", los de la oposición, principalmente como "el majunchismo". Pero también como "los imperialistas", "los que engañan u ocultan", "los burgueses", "los representantes de las transnacionales" y "los hijos de papá y mamá".

Bastante más cauto, apenas tres meses después, el Presidente ha preferido enfilar baterías únicamente contra su adversario. Eso notó la profesora Cristina D'Avolio tras comparar los discursos que ambos candidatos pronunciaron recientemente entre el 20 y 24 de este mes con los primeros de la campaña.

"Chávez continúa con la descalificación pero ya no dirigida a un 'ellos' como grupo social, sino directamente orientada hacia Capriles", explica. Y así lo dejó claro el propio Presidente esta semana desde Acarigua, en el estado Portuguesa: "¿Quién es el candidato de los banqueros prófugos? ¡El Majunche! ¿Quién es el candidato de la patria? ¡Chávez!".

Él o yo. Como en otras campañas, el Presidente polarizó. Nunca dejó de lanzar dardos contra su oponente; lo novedoso para D'Avolio es que recientemente ha incluido entre su repertorio la palabra "todos", que desde el principio de esta campaña electoral ha sido más asociado con Capriles para vender ideas como la de "una Venezuela para todos por igual".

No es casual para D'Avolio que Chávez remachara la palabra "todos" 36 veces en Mérida: "Les saludo a todos, a la juventud, a los estudiantes, a las mujeres, a los hombres, a los trabajadores, las trabajadoras, campesinos, productores, los sectores medios profesionales, científicos, investigadores, profesores universitarios, trabajadores universitarios; a todos, a los niños y niñas de Mérida".

"Todos somos Chávez", agregó, e incluso dos días más tarde insistió en esa idea desde el estado Portuguesa: "Chávez se hizo pueblo, como dijo Gaitán el gran líder colombiano; ya no soy yo, soy un pueblo, todos somos Chávez".

La línea de "El flaco"

Capriles, por su parte, desde el principio ha evitado la polarización y el enfrentamiento de la sociedad. "Voy a ser el presidente de todos los venezolanos", destacó el 10 de junio en el primer discurso que dio en la carrera por Miraflores. "Venezuela va a amanecer el 8 de octubre unida y ahí va mi mensaje para los que piensan distinto a mí: yo sí quiero ser su Presidente, yo también quiero ser el Presidente de los rojos y voy a ser el Presidente de los rojos también".

No quiere decir que "El flaco" ─ como él mismo se ha vendido ─ haya evadido a Chávez. Basada en los discursos que ofreció esta semana y la pasada en Barinas, Cúpira, Ciudad Guayana, La Guaira, Puerto La Cruz y Valencia, D'Avolio destaca que el candidato de la oposición ha marcado sus diferencias con el Gobierno a través de dos aspectos fundamentales: por un lado ha insistido en el proyecto de país que plantea y, en la misma medida, ha censurado la gestión de su adversario, a quien se refiere como "el candidato del pasado" o "el candidato del Gobierno".

"Este gobierno dice que construyó 500 escuelas por año, ¿dónde están? Vamos a ir a buscarlas", dijo el 22 de este mes en Valencia.

Esa crítica ha ido acompañada de lo que tanto ha vendido como el autobús del progreso. "Ustedes jóvenes, este es un proyecto para la educación, este es un proyecto para que ustedes se formen y el día de mañana tengan un empleo", señaló esta semana en Barinas.

 "Este proyecto es para los adultos mayores, los que tengan una pensión que también tengan su ticket de alimentación, sus fondos para medicinas, este proyecto es para que el que esté en una misión no tenga que ponerse la franela de un color y pueda recibir lo que le corresponde sin chantaje, este proyecto es para que los que trabajan en el campo tengan su título de tierra y recursos para desarrollar nuestra tierra".

 La diferencia sustancial es que Capriles ha enfrentado a Chávez pero con respeto. "No apela al insulto, sino a la crítica de la gestión gubernamental", dice la experta en análisis del discurso. Y así lo ha hecho desde las primeras palabras que pronunció en la plaza Caracas minutos antes de formalizar su candidatura ante el Consejo Nacional Electoral.

 "El otro candidato nos plantea una Venezuela dividida, Capriles les plantea una Venezuela unida", dijo entonces. "El otro candidato plantea una Venezuela de violencia, Capriles les plantea una Venezuela de paz, una Venezuela de tranquilidad; el otro candidato les plantea que se pongan la franela de un color, yo les planteo que se pongan la franela de la Vinotinto, la Venezuela tricolor".

Un dato interesante


Pedro Caviedes. EL NUEVO HERALD

Un dato de las últimas encuestas ha atizado la curiosidad de los analistas: A pesar de que la mayoría del público estadounidense no está contento con el desempeño de la economía del país, sí aprueban la labor del presidente Obama y piensan que está mejor calificado que Mitt Romney para mejorarla. ¿Cómo puede ser posible? A mí, el resultado me llena de positivismo. Porque al parecer la ciudadanía no solo se está despertando en cuanto al tamaño sideral del hueco en que lo dejó el anterior gobierno, sino en cuanto a la labor plenamente obstruccionista de la Cámara de Representantes de mayoría republicana, y un Senado que apenas cuenta con una pequeña mayoría demócrata, insuficiente para pasar leyes, cuando la receta del día del otro partido es el No rotundo a todo lo que provenga del presidente, y acudir al filibusterismo para embutir las leyes en infinitos túneles del tiempo.

Y se dicen los más patriotas. ¿Qué tiene de patriota que el líder de la minoría republicana en el Senado diga abiertamente, ante micrófonos y cámaras (ni siquiera en un evento a puerta cerrada para recoger fondos), que su única tarea es asegurarse que el presidente no sea reelecto? Yo pensaba que la labor de los congresistas era asegurarse, luchar, por el bienestar de todos los ciudadanos. No pasarse cuatro años impidiendo que el presidente sí cumpla con la tarea por la que fue elegido.

Barack Obama todavía no había jurado como presidente, cuando ya desde todos los rincones republicanos del país le lanzaban acusaciones de fundamentalista musulmán, de no nacido en EEUU, de antiamericano, comunista, socialista, nazi, y todo lo que se les ocurriera para desprestigiarlo. Por primera vez en su historia la primera potencia del mundo, ese país al que tantos vienen en busca del sueño de libertad e igualdad que no es posible en los suyos, el país que libró una sangrienta guerra de secesión en la que ganó el bando que iba en contra de la esclavitud, el país de los derechos para todos, había elegido un presidente de la raza negra. Y muchos republicanos parecían bullir de ira en sus asientos y escaños, como si aquello fuera lo peor que les hubiese pasado en la vida.

La elección de Barack Obama es precisamente el ejemplo más grato de lo que este país representa, y resulta que muchos de sus ‘representantes’ no lo soportaron.

Otra característica del comportamiento de algunos miembros (la mayoría) del GOP, durante estos años, ha sido su constante batalla por mantener los beneficios, léase reducción de impuestos y desregulación, al pequeño porcentaje de la población que representan los multimillonarios, o la dictadura de las corporaciones. Ese quizá es el aspecto que más me impresiona de esta coyuntura. Algunos han llegado a afirmar que no disminuirían un 99% del gasto público, contra un 1% de aumento en impuestos, precisamente al 1%. Prefieren que el 99% de los ciudadanos sufra, con tal de no aumentarle un dólar al 1% que más tiene. O prefieren engañar al público con falacias como aquello de los paneles de muerte (¿dónde están que no los veo?), con tal de impedir una ley de salud que beneficia a la ciudadanía, y restringe los abusos económicos y las maneras crueles de las aseguradoras, que no eran capaces de cubrir siquiera a un bebé que nacía enfermo. O niegan el cambio climático, para no perjudicar a sus sagradas petroleras.

El Tea Party surgió ante el desastre de Wall Street, el estallido de la burbuja inmobiliaria y el crecimiento exorbitante del déficit, que se forjó en el gobierno de George W. Bush. Pero resulta que para ellos las políticas que están erradas son las del presidente Obama, y quieren volver, con Romney, a las de Bush, quintuplicadas. Un sin sentido absoluto. Pero es que desde que Obama está en la presidencia, para ellos no existe peor mal que el Estado.

Es tan absurdo todo esto, que tenemos a un gobernador republicano en la Florida interesado en pasar leyes que restrinjan el voto a las minorías que se inclinan por los demócratas, aduciendo un fraude que, si no se ha dado cuenta, quienes lo han perpetrado han sido congresistas y miembros de su partido. ¿O es que son muchos los demócratas que están siendo investigados por las boletas ausentes de Hialeah? Y eso, no olvidando que fue en este estado donde se produjo el escándalo que le dio la presidencia a uno de su partido.

El último capítulo de esta saga absurda es la negación de las encuestas (¡incluso las de Fox News!) precisamente cuando ya no están a favor de Romney.

¿Se estará forjando un nuevo fraude?

sábado, 29 de septiembre de 2012

Quien no se atreve a debatir no merece gobernar


Fernando Mires. Blog POLIS

Que las elecciones  del 07 de Octubre de 2012 en Venezuela no estén cruzadas por debates entre los dos contrincantes es un hecho escandaloso y por eso llama la atención de la opinión pública internacional. Tanto más escandaloso  si se toma en cuenta que Henrique Capriles no sólo ha desafiado a debatir, sino incluso, en los mejores términos, así lo ha solicitado al presidente recibiendo en cambio andanadas de insultos, cada uno más grosero que el otro. ¡Qué lástima!

Lástima, porque la de Venezuela no será cualquiera elección.  En ella se encuentran enfrentadas nada menos que las dos formas predominantes de gobernabilidad que priman en América Latina. A un lado el autocratismo político que une a Chávez con Ortega, Morales, Correa, y en parte con Fernández. Al otro lado el proyecto de democracia social representado por Capriles, muy cerca de Rousseff, de Mujica, de Fúnez, de Humala e incluso de Santos.

Las dos principales formas de gobernabilidad latinoamericana están avaladas por sus respectivos paradigmas, teorías y culturas políticas ¡Cuánto ganarían las nuevas generaciones si pudiesen presenciar o leer un debate entre dos de los exponentes más dilectos de ambas formas de representación! ¡Cómo se enriquecería el bagaje político latinoamericano si Chávez hubiera salido de su autismo ideológico, aceptando un debate que hasta sus huestes – y sobre todo sus huestes ─ requieren escuchar!

En todos los países democráticos los candidatos debaten entre sí. Ahí ponen a prueba su prestancia, su dicción, sus proyectos, sus programas. Es en esos momentos discutitivos cuando la política alcanza su máxima expresión. De ahí que un proceso electoral sin debate, es decir, sin el elemento fundamental del hacer político, es un procedimiento democrático a medias. Porque, y esa es la experiencia democrática, cuando dos contrincantes debaten, ese debate continúa al interior de las familias, de las asociaciones, en el trabajo, e incluso en  los bares de la llamada sociedad civil. A través del debate pre-presidencial la nación discute consigo misma, buscando su destino común.

La política nació con el debate en la polis griega. A través de argumentos antagónicos la ciudadanía de origen se convertía en una de ejercicio. Desde esos momentos la polis solo podía existir sobre la base de la polémica. Eso, y no sus riquezas, o su poderío militar, o su cultura, fue lo que más diferenció a los griegos de los pueblos bárbaros. Hoy en día ocurre lo mismo: la política sigue portando consigo el sello ateniense: el debate. Las democracias no sólo son institucionales. Son, además, discursivas. Esa es la razón por la cual cuando un político niega el debate, no sólo niega el debate, niega, además, su propia condición política.

No están claras las razones que incitan a Chávez a no aceptar el debate. Hay quienes dicen: su propia formación militar lo impide pues la deliberación no es arte preferido en los cuarteles. O que sus limitaciones de salud le impiden realizar el esfuerzo físico y mental que implica discutir. No pocos piensan: ya se le acabaron las ideas y no tiene nada nuevo que ofrecer. En cualquier caso  las razones menos válidas son las presentadas por el presidente. No son, por cierto, razones políticas. Son simples razones avícolas. Pero no solo las águilas, tampoco las gallinas cazan moscas.

No obstante, cualquiera sea la razón predominante, lo cierto es que si la política es debate, sin debate no hay política. Cuando alguien niega el debate niega a la política. Es por eso que afirmo y sostengo: un político que no se atreve a debatir no merece gobernar.

Los idiotes no debaten


Mario J. Viera

En la Antigua Grecia se denominó idiotes (ἰδιώτης) a aquel ciudadano particular que no se interesaba en los asuntos de la polis. Según Fernando Savater en su Diccionario del ciudadano sin miedo a saber Quien no participaba en política era considerado un «idiota», es decir, alguien reducido simplemente a su particularidad y por tanto incapaz de comprender su condición necesariamente social y vivirla como una forma de libertad”. El idiota era pues la antítesis del polites.

El filósofo florentino, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, Giovanni Sartori refiriéndose al término señaló que “idiotes era un término peyorativo que designaba al que no era polités –un no ciudadano y, en consecuencia, un hombre vulgar, ignorante y sin valor–que sólo se interesaba por sí mismo”.

Aunque el idiota era simplemente un particular se puede ampliar el concepto para incluir a todo aquel que carezca de cultura política, sea pues un ciudadano común ─ “la política es sucia” ─ sea pues un funcionario público negado al ejercicio del debate.

En política no faltan los cavernícolas, carentes por completo del arte de la política que se imponen por fuerza o por demagogia en el momento coyuntural de desvarío colectivo. Muchos son los ejemplos que pueden exponerse de esta caterva de rufianes elevados al poder, como Adolfo Hitler, Stalin y Kim Il Sung. En América existen buenos ejemplos como Manuel Rosas, Alfredo Stroessner, Anastasio Somoza, Leónidas Trujillo. Para estos representantes de la fauna seudopolítica el debate se limitaba a la simple expresión de su voluntad que debía ser acatada sin discusión.

Nuevos idiotes han resurgido en la América Hispana, algunos con cierto refinamiento cultural, otros con un caudal cultural deficiente, pero todos idénticos en un mismo aspecto: la intolerancia, el desprecio, el odio y la violencia contra sus oponentes políticos. Son los representantes de una pretendida ultraizquierda que, en definitiva es solo ultraimbecilidad manifestada en fracasadas propuestas populistas denominadas Socialismo del Siglo XXI o socialismo real o comunismo. Pienso que  lo que más me irrita de los ultraimbéciles del socialismo del siglo XXI, socialismo real, o comunismo, es la prepotencia que les caracteriza en sus palabras y en su porte.

Se creen portadores iluminados de la verdad absoluta; la historia la consideran como un antes y un después de ellos; ellos no solo son los representantes de la Nación, ellos mismos son toda la Nación, la patria; oponérseles es oponerse a la patria. Se creen águilas y ni siquiera llegan a buitres

Dos acontecimientos trascendentales se producirán en este 2012 que vivimos: las elecciones presidenciales en Estados Unidos y las elecciones presidenciales en Venezuela. Por el significado histórico de lo que está en juego en ambas confrontaciones electorales el mundo entero las observa con atención. Pero mientras en Estados Unidos el debate púbico entre los dos candidatos que discuten el poder transcurre normalmente como ejercicio de la política, en Venezuela se produce todo lo contrario.

El candidato de la oposición venezolana, Enrique Capriles Radonsky, ha pedido al candidato oficialista ir a un debate público con vista a las elecciones del próximo 7 de octubre; pedido, no obstante, que ha sido rechazado categóricamente por Hugo Chávez. Entonces comienzan los ataques contra Capriles.

Uno de esos ultraimbéciles a quien el virus del socialismo siglo XXI le ha dañado las neuronas, un tal Eligio Damas, escribiendo para Aporrea justifica el rechazo de Chávez al debate propuesto diciendo que “por una razón elemental, el ganador no hace esas concesiones al perdedor, menos si la diferencia es amplia y en la recta final. No tiene nada que ganar” y, a continuación intenta descalificar a Capriles:

Si hay debilidades resaltan en el candidato de la MUD, son su deficiencia intelectual, escasa formación e información, incapacidad para hilvanar un discurso, hablar con coherencia y profundidad hasta por corto tiempo. Por el contrario, entre las relevantes potencialidades de su oponente están facilidad para discurrir, la cuantiosa información que maneja, nivel de conocimientos y, sobre todo, una memoria prodigiosa que ante cualquiera le hace lucir ventajoso. De modo que un debate entre aquél y éste, sería lo más parecido a una pelea entre burro y tigre…”

Es decir, traslada las características que adornan a Chávez hacia el candidato opositor.

Dando ejemplo de que sabe “hablar con coherencia y profundidad”, explica Chávez su posición: “El majunche es la nada, no tiene ni ideas, ese no sirve ni para alcalde de nada, de nada, lo cargan disfrazadito, pero ya se le cayó la máscara completamente” y agrega despectivamente: “¿Quién va a debatir contigo, muchacho? ¡Anda a aprender a hablar primero! Métete en la Misión Robinson, chico, tu eres un analfabeto político, majunche, qué vas a debatir tú con Chávez, chico?”

Como el perfecto idiotes que es, Chávez no quiere el debate; su prepotencia le pone en evidencia: No es capaz de debatir contra el oponente ante todo el electorado venezolano. No es el águila olímpica, ni siquiera es un despreciable buitre, a los sumo es un incapaz, uno más de los ultraimbéciles, un cobarde, lo que siempre ha sido y, como ha dicho Fernando Mires, uno que no merece gobernar.

El 7 de octubre será definitivo, o los venezolanos se deciden por la ultraimbecilidad o se deciden por la razón y la mesura; si eligen a Chávez o le dan la victoria a Capriles.

viernes, 28 de septiembre de 2012

CDR: ¿representación ciudadana o control político?


Yoani Sánchez

La caldosa hecha con leña recolectada por algunos vecinos, las banderitas colgadas a mitad de la cuadra y los gritos de ¡Viva! al llegar la medianoche. Un ritual que se repite con mayor o menor entusiasmo cada 27 de septiembre a lo largo de la Isla. Víspera del aniversario 52 de la fundación de los Comités de Defensa de la Revolución, los medios oficiales se vuelcan a conmemorarlo, un tema musical intenta enardecer a quienes forman parte de la organización con más miembros en todo el país y se desempolvan viejas anécdotas de gloria y poder. Pero más allá de esas formalidades, que se repiten idénticas cada año, se percibe que la influencia de los CDR en la vida de los cubanos va en picada. Atrás quedaron los tiempos en que todos éramos “cederistas” y los letreros ─ con la figura de un hombre blandiendo el machete ─ se veían todavía relucientes sobre las fachadas de algunas casas.

En medio del actual desvanecimiento de su protagonismo, vale preguntarse si los comités han sido más una polea de transmisión del poder a la ciudadanía que una representación de ésta ante el gobierno. Los hechos dejan espacio a pocas dudas. Desde que fueron creados en 1960, tuvieron una base eminentemente ideológica, marcadamente delatora. El propio Fidel Castro aseguró durante el discurso en que anunció su nacimiento que:

Vamos a implantar, frente a las campañas de agresiones del imperialismo, un sistema de vigilancia colectiva revolucionaria que todo el mundo sepa quién vive en la manzana y qué relaciones tuvo con la tiranía; y a qué se dedica; con quién se junta; en qué actividades anda”.

Esas palabras del Máximo Líder ya son difíciles de encontrarlas reproducidas en su totalidad, en los sitios web o en los periódicos de circulación nacional. En parte, porque, a pesar de su incondicionalidad al Comandante en Jefe, los actuales editores de estos espacios saben de sobra que un lenguaje así desentona totalmente en este siglo XXI. O sea, lo que parecía una enaltecida alocución revolucionaria dicha en el balcón del Palacio Presidencial, tiene a la luz de hoy todos los visos del despotismo partidista, del autoritarismo más burdo. Un Big Brother anunciado y cumplido. Si aquellas palabras movieron a exaltación a principio de los sesenta… ahora a muchos sólo les provocan una mezcla de terror, asco y vergüenza ajena.

El lado más “dulce” de los CDR, ese que siempre se narra en los informes oficiales, habla de una fuerza popular ocupada en recolectar materia prima, ayudar en la vacunación de infantes, promover las donaciones de sangre y custodiar los barrios de la delincuencia. Dicho así, parecería un apolítico comité vecinal presto a resolver los problemas de la comunidad. Créanme que detrás de esa fachada de representatividad y solidaridad se esconde un mecanismo de vigilancia y coacción. Y no lo digo desde la lejanía de mi butaca, o desde el desconocimiento de un turista que se pasa dos semanas en La Habana. Fui de esos millones de niños cubanos que acopiamos pomos vacíos o cartones, cortamos la hierba y repartimos productos contra los mosquitos en los CDR de todo el país. Fui también de los vacunados contra la polio y hasta degusté algún que otro plato de caldosa en las fiestas de esta organización. En fin, que me crié como un pichón de cederista, aunque cuando llegué a la adultez me negué a militar dentro de sus filas. Viví todo eso y no me arrepiento, pues ahora puedo decir a conciencia y desde adentro que todos esos momentos hermosos se empequeñecen con los malos tratos, las injusticias, las delaciones y el control que nos han dejado a mí y a otros millones de cubanos los llamados comités.

Hablo de tantos jóvenes que no pudieron entrar a la universidad, en los años de mayor extremismo ideológico, por una mala opinión de su presidente del CDR. Bastaba que durante la verificación que hacía el centro escolar o laboral, algún cederista dijera que aquel individuo no era “lo suficientemente combativo” para que no fuera aceptado en un mejor empleo o en una plaza universitaria. Fueron precisamente estas organizaciones barriales las que con más fuerza organizaron los oprobiosos mítines de repudio que se cometieron en 1980 contra los cubanos que decidieron emigrar por el puerto de El Mariel. Y hoy también resultan la cantera principal de los actos represivos contra Damas de Blanco y demás disidentes. No han funcionado nunca como una fuerza aglutinadora y conciliadora de la sociedad, sino como un ingrediente fundamental en la exacerbación de la polarización ideológica, la violencia social y la creación de odios.

Recuerdo a un joven que vivía en mi barrio de Cayo Hueso, tenía el pelo largo y oía música rock. El presidente del CDR le hizo la vida tan difícil, lo acusó de tantas atrocidades por el simple hecho de querer mostrarse tal y como era, que finalmente terminó preso por “peligrosidad predelictiva”. Hoy, aquel intransigente vive con su hija en Connecticut, después de haber tirado por el lodo la vida y el prestigio del frikie de mi cuadra y de otros tantos. También me consta que varios grandes negociantes del mercado ilegal asumían algún cargo en los comités para usarlo como tapadera a sus actividades ilícitas. Tantos que llevaban el “frente de vigilancia” y eran a su vez los más grandes revendedores de tabaco, gasolina o alimentos de la zona. Salvo raras excepciones, no conocí personas éticamente alabables que dirigieran un CDR. Más bien primaban en ellos las bajas pasiones humanas: la envidia ante el que podía prosperar un poco más, el resentimiento por el que había logrado crear una familia armoniosa, tirria hacia el que recibía remesas de sus parientes en el extranjero, ojeriza para todos los que decían sus opiniones con sinceridad. Esos dobleces, esa ausencia de valores y esa acumulación de rencores han sido una de las causas fundamentales de la caída en desgracia de los CDR.

Porque la gente se cansa de esconder la bolsa para que el vecino delator no la vea desde su balcón. La gente se cansa de que frente a su casa el gastado cartel con una figura de amenazante machete sea la fuente de parte de su falta de libertad cotidiana. La gente se cansa de pagarle una cotización a una organización que en los momentos en que se le necesita se pone del lado del patrón, del estado, del partido. La gente se cansa de 52 aniversarios, unos tras otros, como un deja vú gastado y pesadillesco. La gente se cansa. Y la forma de expresar ese cansancio es con una bajísima asistencia a las reuniones de los CDR, dejando de ir a las guardias nocturnas para “patrullar” las cuadras, incluso evitando ir a tomarse la ─ cada vez más desabrida ─ caldosa de la noche del 27 de septiembre.

 Si quedan dudas de por qué la gente se cansa, vayamos al propio discurso de Fidel Castro en aquella jornada de 1960, cuando reveló desde el primer momento el objetivo de su torva criatura: “Vamos a establecer un sistema de vigilancia colectiva. ¡Vamos a establecer un sistema de vigilancia revolucionaria colectiva!"

Panchita y el Comité


Tania Díaz Castro. CUBANET

Por la calle 7ma, de Santa Fe, pueblo del oeste habanero, aunque íbamos a direcciones distintas, mi vecina Panchita y yo coincidimos en la misma bici taxi. El chofer, un poco en broma, un poco en serio, se quejaba porque a pleno sol del mediodía, tenía que dar pedal con dos ancianas bastante subiditas de peso, como pasajeras.

No recuerdo exactamente lo que dije, cuando del rostro de Panchita desapareció su sonrisa y con una mirada huraña me señaló al joven chofer, para que no siguiera hablando.

-No me gusta hablar mal del gobierno con personas extrañas –expresó en voz baja-. Una nunca sabe…

Panchi, le dije, en Cuba no hay un cuentapropista revolucionario. Pero de nada sirvió. Volvió a mirarme con cara de pocos amigos y me soltó lo que ya me estaba imaginando.

-Hay mucha gente mala en este país, mucha gente que le gusta hacer daño. En mi casa tampoco se habla de política. Lo tengo prohibido. Imagínate, tengo al CDR a dos puertas de distancia.

-Esos Comités ─ agregué ─ dejaron de funcionar Panchi. En la población hay un descontento tremendo y eso lo sabe el gobierno. La gente ya habla hasta por los codos.

-No funcionarán como antes ─ respondió mi vecina ─, pero pueden seguir haciendo daño. Mucha gente se ha tenido que ir del país por culpa de las intrigas y chismes de los Comités. Yo tengo que cuidarme. Mis hijos viven en el extranjero y pueden negarle el permiso de entrada que solicitan para venir a verme. O me pueden negar a mi el permiso de salida para visitarlos.

Se bajó en el agro mercado y yo seguí de largo, pensando en esta pobre mujer, que después de más de medio siglo de dictadura, todavía no ha perdido el miedo.

Extrañamente existe todavía, al menos nominalmente, esta organización, pese a que el segundo miembro de la familia gobernante, Raúl, nunca simpatizó con ella. Aquellos que trabajamos en el nivel central de la misma ─ yo de periodista ─, allá por los años sesenta del siglo pasado, recordamos como Raúl, hoy jefe de estado, expresó: ¨Mira que joden estos Comités con su vigilancia¨…

El comentario llegó hasta José Matar, coordinador nacional y comunista de la vieja guardia del original y desaparecido partido.

Al despacho de Raúl llegaban diariamente sus oficiales dándole las quejas de los CDR, porque enviaban informes al Ministerio del Interior sobre las visitas misteriosas que militares de altos grados  hacían a casas de mujeres que vivían solas, o en ausencia de sus maridos. Los nombres de aquellos amantes clandestinos llegaban a los despachos más inconcebibles.

Otro día le explicaré a Panchita que no era tan mala la gente que hizo daño a través de los CDR, sino el monstruo que creó ese sistema diabólico de vigilancia, un 28 de septiembre, hace 52 años, adaptando ideas  originales de Vladimir Ilich Lenin y Adolfo Hitler, para tener el control totalitario sobre todos los aspectos de la vida de las personas.

Venezuela, la hora 25


Pedro Corzo. EL NUEVO HERALD

El Libertador, Simón Bolívar, llevó la independencia a varios países del hemisferio, pero también enseñó a los pueblos donde no combatió que la libertad puede germinar cuando hay ciudadanos prestos a correr los riesgos necesarios para difundirla.

Un siglo después, otro ilustre venezolano, Rómulo Betancourt, siguiendo el ejemplo de Bolívar, estableció la doctrina que lleva su nombre, en la que se apunta “solicitaremos cooperación de otros gobiernos democráticos de América para pedir unidos, que la OEA, excluya de su seno a los países dictatoriales… regímenes que no respeten los derechos humanos, que conculquen las libertades de sus ciudadanos y los tiranice con respaldo de las políticas totalitarias, deben ser sometidos a riguroso cordón sanitario y erradicados mediante la acción pacífica colectiva de la comunidad jurídica internacional”.

Contrario a los valores morales de sus predecesores, Hugo Chávez, en el siglo XXI, después de asumir la conducción del país, impuso una autocracia e inició con los petrodólares de la nación un proceso de exportación de dictaduras, en esta ocasión institucionales, más exitoso que el de su admirado Fidel Castro, que a pesar del terrorismo y la guerrilla que subvencionaba la Unión Soviética, no logró sus objetivos.

El gobierno de Chávez ha sido nefasto para Venezuela. Existe una aguda crispación social, en la que los odios, resentimientos y frustraciones, son promovidos por el alto gobierno. La corrupción se ha generalizado. La inseguridad pública ha alcanzado niveles sin precedentes. Los derechos de los ciudadanos han sido conculcados, en particular los de información y expresión.

La educación, al igual que la gestión económica, está bajo permanente amenaza de la intervención estatal. La pobreza se ha incrementado. La inflación es elevada, la mayor del continente en el sector alimenticio. Las Fuerzas Armadas, al menos en la voluntad chavista, responden a la ideología del gobierno y no al estado. La industria petrolera, orgullo del país, ha sido virtualmente destruida.

El gobierno de Chávez ha fortalecido sus relaciones con países que tienen como denominador común la falta de democracia y respeto a la dignidad humana. En el hemisferio su mejor aliado es la Cuba de los Castro, en el resto del mundo se enorgullece de sus estrechas relaciones con Irán, Siria, China y Bielorrusia.

En América, el comandante Hugo Chávez ha promovido a líderes populistas y favorecido crisis políticas en diferentes países para que sus aliados conquisten el poder. Subsidia regímenes como los de Nicaragua y Cuba, y apoya políticas de aislamiento para aquellos gobiernos que no responden a sus intereses.

Por vocación libertaria la mayoría de los venezolanos no se han dejado entrampar. Llevan años enfrentando cívicamente el despotismo chavista. Han trabajado con dedicación para que la democracia regrese al país y el ejemplo más meritorio ha sido la constitución de la Mesa de la Unidad Democrática, que por encima de las diferencias naturales entre los partidos y las personas, decidió elegir un candidato único para enfrentar al caudillo.

La MUD ha laborado con claridad, equidad y firmeza, en Venezuela y en el exterior. No obstante, los que van a definir el resultado de ese trabajo son los electores, así que independientemente de las dudas que se puedan tener sobre si el gobierno respetará o no la voluntad popular, es de extrema importancia concurrir a las urnas, porque lo contrario haría mucho más fácil el temido fraude.

El presidente Chávez ha invocado el fantasma de una guerra civil si pierde el poder, una situación que la mayoría de los analistas descarta. Sin embargo, no hay dudas de que en un nuevo mandato el comandante-presidente acometerá reformas institucionales que le perpetuarán en el poder, causando una mayor destrucción material y moral de la nación.

Hay que votar si se tiene la oportunidad. La abstención favorece a los enemigos de la libertad y Hugo Chávez está entre ellos.

Los derechos y las libertades en Venezuela están en conteo regresivo hacia la Hora 25. Tal vez estén enfrentando la última oportunidad constitucional para impedir que el modelo castrista, con las modalidades del siglo XXI, se imponga por largos años en Venezuela y se extienda con todo su poder hacia el resto del hemisferio. El próximo 7 de octubre a los venezolanos, al menos en teoría, se les presenta una nueva oportunidad de exportar la libertad y los derechos ciudadanos, porque la derrota de Hugo Chávez significa el fin del Socialismo del Siglo XXI, y en consecuencia de aquellos gobiernos que han reproducido sus estrategias de control institucional y de prácticas electorales manipuladas y sometidas a la voluntad de los caudillos.

Candidato a la reelección...


Francisco Rivero Valera. EL UNIVERSAL

No se ponga bravo si le digo que no aguanto las ganas de reír con su discurso electoral.

 Porque, ¿usted se imagina lo que significa oír su voz todos los días, durante 14 años, diciendo que Venezuela está en el atraso por culpa de la IV república, la oligarquía, el capitalismo salvaje, el imperio, la CIA y demás? ¿Y volver a oír esa misma cantaleta en  las cadenas de su campaña electoral?

Y la otra cantaleta que me desternilla de risa es cuando habla de la solución de los graves problemas del país, pero en futuro: el problema de la vivienda para el  2015.

Que pasado mañana acabará con la pobreza y con los niños de la calle, bis de su campaña electoral de 1998. Y el problema de la electricidad para el 2014. La inseguridad. Y el desempleo. Todo pa' después. Y ya van 14 años.

Pregunto: si nadie le va a creer, ¿es o no es para reír a carcajadas?

Aunque, francamente, su discurso también hace pensar en otra cosa: que usted como que cree que le está hablando a un pueblo amnésico y oligofrénico, o sea a un pueblo que tiene pérdida parcial o total de la memoria y coeficiente intelectual de 50, de retardo mental. Porque, tanto repetir la misma cantaleta es como aplicar la vieja receta de tareas escolares para la memoria, que decían, por ejemplo, escribir 100 veces en el cuaderno, con letra palmer y sin borrones: tenemos el mejor Presidente del mundo. No faltaba más.

De  todas maneras, dejemos esas cosas hasta aquí. Al fin y al cabo, el pueblo venezolano las conoce de memoria y las recordará en las elecciones del 7 de octubre. Además, en palabras de mi pueblo: sería gastar pólvora en zamuro. Es mejor aprovechar este espacio para hablar de personas importantes, de las cuales usted nunca habla. Por ejemplo, de los jóvenes venezolanos.

Y para que usted vea como son las cosas, los venezolanos nacidos en sus 14 años de gobierno tienen ahora de 0 a 14 años de edad. Pero, ya no son el 33.1% de la población del 2001, sino el 27,2% del censo del año pasado. O sea: tenemos menos jóvenes.

En cambio, los venezolanos mayores de 65 años eran el 4.9%  en el 2001, y ahora son el 6.1% en el censo del 2011. INE.

Es decir: la población venezolana está envejeciendo.

Por otra parte, este grupo de menores de 14 años ha recibido la influencia negativa de la política chavista con la destrucción de los valores morales e implantación de antivalores: la verdad por la mentira, la honestidad por la corrupción, el respeto por la violación de los derechos humanos  y demás.

Su objetivo sería controlar a todo el mundo con su robolución comunista a través del adoctrinamiento generacional, similar a la historia cubana con cubanos menores de 53 años, nacidos y criados bajo el atraso de 53 años de dictadura castro comunista. Muchos están acostumbrados a ese atraso. Otros, luchan todavía por su libertad.

Pero, esa influencia chavista sobre nuestros jóvenes han sido catastrófica: 40% de detenciones por delitos ocurren en menores de 18 años. Comandancias policiales. Los homicidios son la primera causa de muerte. Unicef. Aumento del 30% en el consumo de drogas. Cliad. Y demás circunstancias que parecen corresponder a una Venezuela que vive una época de transición demográfica. E. Eljuri. O sea: de transición hacia la Venezuela comunista.

Pero, este 7 de octubre será la gran oportunidad del pueblo venezolano para acabar con sus perversas cantaletas de Presidente saliente y continuar por el camino de la Venezuela democrática con Capriles.

 Que así sea.

¿José Antonio Portuondo o Leopoldo Ávila?


Luis Cino Álvarez.

    A juzgar por recientes revelaciones en medios académicos, José Antonio Portuondo (1911-1996), un intelectual orgánico del régimen revolucionario, se fue de este mundo con más culpas a cuestas de las que realmente le correspondían.

Parece ser que no fue Portuondo, como se sospechó durante décadas, el hombre que con el seudónimo de  Leopoldo Ávila  firmaba los vitriólicos artículos que aparecieron entre 1968 y 1971 en la revista Verde Olivo, órgano de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), y que preludiaron  el decenio gris, sino el teniente Luis Pavón Tamayo.

Lo que hizo Portuondo fue reforzarle la pluma al teniente Pavón. Como las pretensiones literarias de Pavón, un oscuro burócrata militar designado como rancheador de intelectuales díscolos, no daban para tanto,  a Portuondo le asignaron la tarea de darle una mano  a la hora de redactar artículos  contra Heberto Padilla, Antón Arrufat, Pablo Armando Fernández y otros escritores.

Por aquella época, Portuondo, que era un seguidor a ultranza del marxismo-leninismo-stalinista desde los tiempos del Partido Socialista Popular (PSP),  ejercía con entusiasmo su papel de comisario en la domesticación y sojuzgamiento de los intelectuales y la implantación del realismo socialista en la cultura nacional.

Baste recordar sus ataques a Ciclón y Lunes de Revolución,  su polémica con José Soler Puig a propósito de la novela de la revolución o sus comentarios retrógrados sobre el Salón de Mayo, en 1967,  sobre el cual dijo que era “una de las muestras de cómo todavía no podíamos librarnos por entero de cierto sentido de neocolonialismo intelectual”.

Para el dogmático Portuondo, lo que denominaba  “arte burgués contemporáneo”, o sea, todo lo que quedara fuera del más puro realismo socialista, era esnobismo, basura, chatarra.

A  Portuondo, que era director del Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias, se le achaca que por motivos políticos omitieran a importantes escritores  del Diccionario de la Literatura Cubana, publicado por la Editorial Letras Cubanas en 1980. Resulta escandaloso constatar que en dicho diccionario faltan, entre otros, los nombres de Guillermo Cabrera Infante, Gastón Baquero, Lino Novás Calvo y Carlos Montenegro, mientras que ciertos autores incluidos, como Jorge Mañach aparecen con el calificativo-coletilla  de “contrarrevolucionarios”.

No era Portuondo quien tomaba esas decisiones, aseguró  el año pasado a la revista La Gaceta de Cuba, en el número dedicado al centenario de Portuondo, su discípulo y amigo, el ensayista  Miguel Ángel Botalín.

Según Botalín, Portuondo “fue siempre muy disciplinado, al Partido, a las autoridades, a los superiores, y no siempre se puede ser tan disciplinado…No aprendió a decir que no. Abusaron de él…Le han echado culpas que no tiene”.

Lo que Botalín no se atreve a decir a las claras, es fácil inferirlo. Demasiado obediente, Portuondo  cedió totalmente su autonomía intelectual para supeditarse  al papel de  teórico y burócrata cultural del castrismo. Esa es su principal  culpa. Y también su expiación, porque es un  papel muy triste.

En cuanto a las otras culpabilidades que le adjudican, tampoco le son ajenas, por su complicidad en la represión a los intelectuales. Así que costará trabajo convencer a muchos  de que José Antonio Portuondo y Leopoldo Ávila no eran un mismo autor. ¡Pensaban tan parecido!

jueves, 27 de septiembre de 2012

Televisión castrista pretende descalificar a oposición cubana


Agencias.

El noticiero de la televisión castrista intentó descalificar mediante un manipulado vídeo, a un grupo de opositores que se mantuvieron en huelga de hambre exigiendo la excarcelación de Jorge Vázquez Chaviano, un preso político que había cumplido su condena en la prisión “Alambradas de Manacas”, en la provincia de Villa Clara pero que el gobierno castrista se negaba a poner en libertad. Vázquez se había declarado en huelga de hambre.

El 7 de setiembre el opositor Jorge Luis García Pérez, “Antúnez”, en solidaridad con Vázquez inició un ayuno en la ciudad de Placetas, Villa Clara (Antigua provincia Las Villas). Martha Beatriz Roque, directora de la Red Cubana de Comunicadores Comunitarios, radicada en La Habana y una decena de opositores se unieron a la protesta iniciando una huelga de hambre que se extendió por ocho días.

En el reportaje de aproximadamente 17 minutos aparece el testimonio de Humberto González, un supuesto vecino de Roque, quien asegura que esta le encargó comprar frutas y verduras durante la huelga. La fecha de esa grabación, según el reporte, es el 18 de septiembre a las 10:30 am, el mismo día en que los opositores levantaron la huelga cuando las autoridades cubanas se comprometieron a iniciar los trámites de excarcelación de Vázquez. La televisión no incluyó imágenes de otros días, que pudiesen indicar que los huelguistas efectivamente se alimentaron.

Sin embargo, la televisión oficialista y única en el país, aseguró que el término de la huelga de hambre ocurrió cuando inesperadamente el propio Vázquez puso fin a la protesta. Para respaldar esta afirmación el reportaje transmitió una conversación telefónica privada entre María del Carmen Hernández Martínez, esposa de Vázquez, y Roque desde La Habana. En la llamada Hernández le comunica a Roque que no conoce más detalles sobre la decisión de su marido. Roque se muestra sorprendida. Le recuerda que los huelguistas están sacrificando sus vidas por la liberación de Vázquez.

Martha Beatriz Roque denunció este miércoles que el régimen de la Isla "utiliza métodos bajos y sucios" para desacreditar a la oposición y confundir a la opinión pública, reportó EFE.

"Indiscutiblemente, el Gobierno está muy molesto por la huelga y la repercusión que ha tenido internacionalmente", dijo Roque a EFE como respuesta al vídeo emitido el pasado martes.

Uno de los videos de vigilancia captó también a la popular bloguera Yoani Sánchez cuando realizaba una visita a los huelguistas, reunidos en casa de Roque. El reportaje arremetió contra Sánchez y la acusó de amplificar en internet la protesta.

En su cuenta de Twitter Sánchez criticó la naturaleza y contenido de la información del noticiero.

“Curioso que se transmitan conversaciones telefónicas de Etecsa (Empresa estatal de teléfonos) sin que medie una orden judicial”, dijo Sánchez. “Cuando usted habla por Etecsa o va a un hospital o compra aguacates, la Seguridad del Estado cubano lo está filmando”.
 

Con este reportaje, el régimen castrista pretende restarle importancia a un acto de desobediencia civil que le obligara a declarar que liberaría al opositor Chaviano; al mismo tiempo pretende mostrar un supuesto vínculo con la Oficina de Intereses de Estados Unidos con la oposición al reproducir una conversación de una funcionaria estadounidense con una de las mujeres que daban apoyo a los ayunantes. En esa grabación la diplomática expresaba un interés humanitario por la salud de Marta Beatriz.

Por otra parte en el reportaje no se tomaron declaraciones de los implicados en la huelga de hambre.

En su desesperación por descalificar a los opositores, el régimen los hace conocidos por la población y demuestra que se siente inquieto por el descontento generalizado que existe en la ciudadanía y la convergencia que comienza a aparecer entre la oposición anticastrista y la población cubana.

Capriles en Yaracuy


Alex Vásquez S. EL NACIONAL

Desde las 8:00 am había gente aguardando a Henrique Capriles Radonski en el aeropuerto de San Felipe, en Yaracuy. No importaron las horas de espera ─ el candidato llegó a las 11:30 am ─ ni el calor.

Llegaron temprano, como dijo una mujer que llevaba un paraguas para protegerse del sol, con el único propósito de conseguir un buen puesto para verlo de cerca. “En la caravana uno no lo va a poder ver bien”, dijo.

La historia se repite en cada aeropuerto. La gente busca un árbol o cualquier cosa que sirva para cubrirse del sol. El calor parece bajar los ánimos, hasta el momento en que el avión del candidato llega y parece inyectar energía a los presentes: empiezan a correr y sacan fuerza sobrehumana para verlo de cerca. "Aquí lo vi ahí mismo; la caravana va a ser una locura”, dijo una niña. Y tenía razón.

Como bien señaló el hombre que animó la caravana desde un camión, lo que se vivió ayer fue una avalancha. Mientras el candidato pasaba, todos corrían alrededor, se caían niños tratando de capturar gorras tricolor, se caían ancianas, se caían motos. Se caían, se levantaban, seguían corriendo.

En el recorrido de más de seis kilómetros por la quinta avenida de San Felipe los objetivos eran claros, uno más ambicioso que el anterior: verlo, conseguir la foto, conseguir la gorra, conseguir el autógrafo en la gorra.

La caravana empezó antes de lo previsto, porque un grupo de taxistas de San Felipe protestaba por la muerte de un compañero a manos del hampa. Se atravesaron ante el autobús que llevaba al candidato a la caravana. Él se bajó para escucharlos. “Sé que en Yaracuy uno de los principales problemas es la violencia. Los taxistas me dijeron que quieren un gobierno que defienda la vida de sus hijos. Yo defenderé la vida de sus hijos, no la vida planetaria”, expresó.

Las calles se llenaban de gente cuando el candidato pasaba. La quinta avenida estaba abarrotada cuando Capriles llegó a la tarima. El mismo día, a la misma hora, en una calle paralela, la Gobernación de Yaracuy organizó una “caminata por las misiones”. Pero todo el pueblo estaba en el acto de Capriles y en la calle paralela había muy poca gente.

Insultar. El candidato criticó que el oficialismo insista en invertir su tiempo en afectar su campaña. Al igual que el martes, Hugo Chávez se encadenó cuando su oponente hacía un acto de campaña.

Capriles considera que eso ocurre porque el mandatario se quedó sin propuestas, luego de 14 años en el poder. “Lo único que les queda es insultar y amenazar. Se encadenan para que el país no vea esto”, agregó.

Capriles enumeró los tres principales problemas del estado: fallas en los servicios públicos, inseguridad y desempleo.

Dijo que las personas quieren y necesitan un empleo que las ayude a progresar. Aseguró que su gobierno garantizará que así sea.

Afirmó que desde las oficinas públicas le manifiestan apoyo constantemente. “Los venezolanos no queremos construir un partido político, queremos construir un país. El trabajador público va a tener en mí el líder de un equipo para todos”, dijo.

El cierre en Yaracuy fue la séptima visita del candidato. Luego de su caravana, viajó a Maracay, estado Aragua, donde realizó un mitin de cierre de campaña en la avenida Bolívar, a la altura del bulevar Pérez Almarza.

Capriles pidió perder el miedo y aseguró que nada podrá contra el poder del voto el 7 de octubre. “Los invito a que voten por ustedes, porque yo voy a votar por ustedes”, añadió. El candidato cerrará hoy su campaña con una caravana en Sucre y un acto en el estadio José Bernardo Pérez de Valencia, Carabobo.

Al público le importaba más ver al candidato que escuchar lo que decía. A pesar de la llovizna, gritaban para que quienes estaban delante cerraran sus paraguas y poder fotografiarlo. “Es que algo así no se veía desde que vino Chávez. No me acuerdo cuándo”, dijo una mujer con su celular en la mano enfocando a Capriles.