martes, 31 de julio de 2012

Farsa en tres actos


Mario J. Viera

¿Cayó finalmente el telón de la Farsa en Tres actos dirigida, producida y manipulada por el Gobierno de Raúl Castro y la Seguridad del Estado? Así lo deben creer. Con el último Editorial del diario Granma de este martes, el gobierno de Cuba ha puesto punto final al caso Payá, para él se trata de un caso cerrado. Sin embargo… Todo parece indicar que tras la farsa se oculta la tragedia, la real, la verdadera. La verdad y la razón aún están por develarse.

En una secuencia bien estudiada para construir su coartada, los órganos de inteligencia castrista pusieron en escena una farsa en tres actos que como en toda farsa se presentan los temas con cierta manipulación para hacerles creíbles o verosímiles.

El 22 de julio, un auto en el que viajaba el líder del Movimiento Cristiano Liberación, Oswaldo Payá en compañía del activista Harold Cepero y dos europeos, sufrió un espectacular accidente en el que perderían la vida los dos opositores cubanos. Minutos antes, según declarara la familia de Payá, en Suecia se había recibido mensajes de texto enviados por Jens Aron Modig, uno de los dos europeos que iban en el carro, notificando que eran acosados por un vehículo intentando sacarles fuera de la carretera.

La noticia se expandió rápidamente por todo el mundo. La sospecha de un atentado en contra de Payá comenzó a abrirse paso. Las declaraciones gubernamentales eran imprecisas y poco diáfanas, lo que hacía que se incrementaran las sospechas de una acción punitiva por parte de la Seguridad del Estado, y mucho más luego que se conociera que poco antes del accidente un vehículo en que viajaba Payá había sido impactado por un camión volteándole sobre la vía.

Ante el posible escándalo internacional, el gobierno decidió hacer pública su versión de los hechos a través de los medios oficiales de la televisión y de la prensa escrita, toda de propiedad gubernamental.

El Primer Acto de la farsa se abría con una nota informativa del Ministerio del Interior donde se presentaba la posición oficial basada en los resultados del peritaje realizado por la policía, con tales incongruencias que viciaban las conclusiones a las que se había llegado.

Al no convencer del todo el informe policiaco, el régimen castrista corrió el telón para presentar un patético Segundo Acto dividido en dos cuadros, la divulgación de un vídeo donde se presentaba a Angel Camarrero, el ciudadano español que conducía el vehículo siniestrado, confirmando la versión oficial. Camarrero no fue presentado en vivo ante la prensa.

Camarrero indicó en su declaración que iba a 80 km por hora pero que cuando tuvo el accidente no miró el cuentamillas, por lo que no podía precisar de manera exacta a que velocidad iba. Indicó a continuación: “frené porque vi el bache y la arena y accioné el freno. Perdí el control del coche porque habíamos entrado en una zona  con grava y perdí la estabilidad y la dirección ya no funcionaba y no pude mantener el coche, y ya no recuerdo más. A nosotros no nos dio ningún vehículo por la parte trasera”. Debe ser un hombre poseedor de una gran frialdad de ánimo que le permitió durante el incidente, que a cualquiera puede alterar los nervios, darse cuenta que había entrado en una zona con grava.

Camarrero enfrenta una sanción de hasta diez años de privación de libertad, si no colabora “al esclarecimiento de los hechos”.

Para cerrar su patética confesión Camarrero dijo: “En cuanto a las noticias que me han dejado leer, le pido a la comunidad internacional que por favor se centre en sacarme de aquí y no en utilizar un accidente en tránsito, que podría haberle pasado a cualquier persona, con fines políticos”. Ese es el temor fundado de Camarrero, que no se convierta en caso político, quiere que lo saquen de Cuba; no quiere podrirse por diez años en una cárcel castrista.

El Segundo Cuadro, del Segundo Acto tuvo como intérprete principal al sueco Aron Modig, presidente de la Liga Juvenil del Partido Demócrata Cristiano de Suecia contestando preguntas de la prensa oficialista cubana y corresponsales extranjeros.

Respondiendo a una pregunta de la reportera de la BBC, Modig declaró: “No tengo recuerdo de que haya habido algún otro auto involucrado en este accidente”. Similar respuesta le dio a la reportera de Juventud Rebelde: “No vi nada anormal. Era un accidente”.

La reportera de Telesur, Fabiola López le preguntó en cuanto a la veracidad de lo afirmado por la familia de Payá que había enviado mensajes de texto a Suecia informando que el auto en que viajaba había sido embestido por otro, Modig declaró:

Yo estaba simplemente informando que estaba bien después del accidente. Envié mensajes de texto, no sé a cuantas personas, después del accidente. No le envié mensaje a la hija de Payá. No recuerdo, solo informaba que me encontraba bien después del accidente”. ¿Será que el sueco había perdido la memoria reciente como consecuencia del trauma recibido en el accidente? No lo creo. A veces es mejor olvidar algunos detalles  y no poner en peligro la libertad personal. Preferible es comprender la gravedad de lo por él hecho y, eso ¡Claro está!, cuando habló con la policía cubana, como declarara. Habría que acotar que fue cuando habló con los oficiales de la Seguridad del Estado que saben ser bien persuasivos.

Finalmente, a una pregunta formulada por Andrea Rodríguez de AP sobre la sinceridad de sus declaraciones y si cuando regresara a Suecia no cambiaría su declaración, respondió: “Mis  disculpas son honestas. Todos los cubanos con los que me he reunido aquí en Cuba han sido amables, me han tratado bien

En este Segundo Acto se omitió un aparte de los dos protagonistas, que pudiera redactarse del siguiente modo: “¡Recórcholis, en fin de cuentas esta bronca no es mía! Lo único que quiero es salir de aquí espantando la mula”.

Como quiera que el Segundo Acto no es muy convincente, a no ser que se sea demasiado ingenuo o no se conozca como actúa la policía política en un estado totalitario, el gobierno castrista decidió abrir un Tercer Acto.

El Tercer Acto es el Editorial del martes de Granma. Es el más tétrico. Su redacción le recuerda a cualquiera la retórica de la obra de George Orwel, 1984 y el obsoleto discurso de la guerra fría y de los juicios políticos del estalinismo. Su título, demagógico y cursi: “La verdad y la razón”.

Aparece en escena un Polichinela rojo que clama:

Solo los más vociferantes de la mafia anexionista de Miami acusaron a Cuba de haber realizado un asesinato político”.

Se quedaron perdido en las penumbras del siglo XIX cuando había una importante corriente anexionista, hoy, quizá exista algún cubano que crea que lo mejor para Cuba pudiera ser convertirse en un estado de la Unión americana; pero la mayor parte del exilio cubano no piensa así. No hay un solo cubano que haya acusado a Cuba de realizar un asesinato político. No es Cuba la que está bajo la mira de las acusaciones, sino el gobierno castrista. Los aberrantes ancianos del partido comunista, los usurpadores del poder político cubano no son Cuba, quizá ellos sean parte de Cuba, minoritariamente, pero parte de Cuba, como son todos los que se les enfrentan en Cuba y en Miami.

El Polichinela del Tercer Acto balbucea: “La Nota Informativa del Ministerio del Interior, publicada el pasado viernes 27, cerró el paso a la infame insinuación, con testimonios irrefutables de peritos y testigos presenciales, incluidos los dos extranjeros participantes en el trágico suceso”.

La nota informativa, incluidas las declaraciones de “los dos extranjeros participantes en el trágico suceso”, solo aumentó la sospecha de que algo oscuro esconde el régimen. A nadie, pienso le puede quedar dudas de que todo el proceso ha sido manipulado.

Ofelia Acevedo, viuda de Payá, no está convencida de lo irrefutable de la tal nota. “Pedí y sigo pidiendo que me dejen hablar con los dos muchachos”, aseguró para agregar: “No me fío de nada que venga del régimen”, Y denuncia Ofelia: “Nos han aflojado cuatro veces las tuercas de las ruedas del vehículo de Oswaldo para provocar un accidente. El último susto lo tuvimos el 2 de junio, cuando íbamos en el carro y recibimos un impacto que nos sacó de la carretera. ¿Por qué iba a fiarme ahora de las autoridades?". Lo pone en duda el activista por los derechos humanos Elizardo Sánchez Santacruz cuando dice: “Este es un Gobierno que se caracteriza por manipular la información”.

El Polichinela castrista se busca un Brighella para echarle la culpa de todo: “el monopolio financiero-mediático, que tradicionalmente difama a Cuba, se concentró en enaltecer a los supuestos ‘luchadores por la libertad’ sin respetar límites éticos ni la muerte de seres humanos, lamentable en cualquier circunstancia” y arroja su injurioso lenguaje: “es bien sabido que, en nuestra tierra, la contrarrevolución siempre ha sido y es mercenaria. Son vulgares agentes que el gobierno de los Estados Unidos y sus aliados pagan, abastecen e instruyen. Traicionan a su Patria por unas monedas”.

¿Quién con ofensas convence? Sin respetar límites éticos, ni la muerte de seres humanos, como dice el Granma, ellos no respetaron la memoria de Oswaldo Paya cuando acusan de “minúsculo y contrarrevolucionario” al Movimiento Cristiano Liberación que presidía Payá, y por tanto, según la calificación que dieran de los opositores como “vulgares agentes del gobierno de los Estados Unidos y sus aliados” y por tanto traidor a la patria, a una patria que no les pertenece a los que se entregaron al imperio soviético, a los que viven de las limosnas que les ofrece Hugo Chávez, que proclamaron como mártir a Gadafi, que apoyan a la tiranía sangrienta de al Assad. El castrismo no es Cuba, sino la excresencia de lo más pútrido de nuestra sociedad.

Conclusiones:

Los tres actos de la nueva farsa castrista no convencen. Hay un hecho. Carromero entró en el terraplén a 80 km por hora, pero no se ha descartado con argumentos confiables que no estuviera huyendo de un vehículo acosador, que antes intentara sacarle del camino.

El sueco Modig no negó rotundamente que hubiera enviado un mensaje de texto denunciando que estaban siendo acosados, solo emitió un “no recuerdo” y se salió por la tangente hablando de los mensajes que enviar luego del accidente para informar que estaba bien. Es evidente que él no convocó la conferencia de prensa donde hizo sus declaraciones. La conferencia de prensa fue organizada por la seguridad del estado, como, a no dudarlo, condición para permitirle abandonar el país.

La última palabra todavía no está dicha. La sospecha todavía está vigente.

lunes, 30 de julio de 2012

Incongruencias en la Nota Oficial del Ministerio del Interior de Cuba


Mario J. Viera

Los medios oficialistas de Cuba publicaron el pasado 28 de julio una extensa nota oficial signada por el Ministerio del Interior con la que se pretendía “explicar” forensemente el supuesto accidente de tránsito en que perdieran la vida el opositor Oswaldo Payá Sardiñas y el activista Harold Cepero Escalante. Con esta nota dirigida más hacia la opinión internacional, el régimen de Raúl Castro da por terminado el caso bajo el rubro de los delitos contra la seguridad del tránsito correspondiente al Capítulo III del Código Penal vigente en Cuba y tipificado por el artículo 177 que establece sanción de privación de libertad de uno a diez años para “el conductor de un vehículo que, infringiendo las leyes o reglamentos del tránsito, cause la muerte de una persona”.

Independientemente del lenguaje forense empleado en la Nota Informativa estableciendo lugar del hecho, reconocimiento de testigos, determinación pericial de la velocidad a la que viajaba el conductor del vehículo, condiciones de la vía y la presentación de unos gráficos para explicar el desplazamiento del automóvil luego de que su conductor supuestamente aplicara de manera brusca los frenos, hasta golpear con un árbol de la cuneta de la vía, se generan más duda que esclarecimiento.

Aceptemos provisionalmente que, como dice la nota oficial “el vehículo salió de La Habana sobre las 06:00 horas” del 22 de julio y el “accidente” ocurre a las 13:50 horas del mismo día, dato que pudo haber sido suministrado por los ocupantes sobrevivientes del vehículo, lo que establece aproximadamente un tiempo de aproximadamente de 8 horas entre el lugar de salida y el lugar donde abruptamente concluye. A partir de este dato la nota del Ministerio del Interior presupones que “del análisis lógico del tiempo de viaje (cerca de ochocientos kilómetros en menos de ocho horas, con tres paradas intermedias)” y, por tanto, “Ángel Francisco Carromero Barrios ─ quien conducía el vehículo ─ debió conducir a una velocidad promedio superior a los 120 kilómetros por hora”.

Veamos. El GPS de Google maps, establece una distancia de 659 km entre La Habana y la ciudad de Las Tunas, necesitándose  7 horas y 16 minutos para cubrir esa distancia en tránsito por la Carretera Central. Según este mismo recurso de búsqueda, la distancia que separa a La Habana de Bayamo, viajando también por la carretera Central, es de 738 km que se cubren en un tiempo de 8 horas 18 minutos.

Otro dato, obtenido mediante Google maps. La distancia que separa a Bayamo de Las Tunas es de 81,9 km que puede recorrerse en un tiempo de 1 hora y 10 minutos.

Es poco probable que Carromero viajara a lo largo de la angosta carretera central dejando a un lado la Autopista Nacional que permite una velocidad de 120 km por hora.

Como hace notar el Blog Cuba al descubierto: “Realmente es incomprensible creer que un auto pueda viajar por las carreteras de Cuba a tan alta velocidad. Se conoce que la única vía para alcanzar los 120 kilómetros por hora es la Autopista Nacional, conocida por 8 vías”, además, según ese mismo blog, “un cubano que viaje en ese vehículo a tal velocidad por esas carreteras estrechas de la isla, es el primero en aconsejar al chofer de bajar la velocidad, al menos que se esté registrando en ese momento una persecución con peligro para la vida de los ocupantes del auto siniestrado”.

El recorrido, según los datos anteriores, pudo haberse realizado en las aproximadas 8 horas que de acuerdo con la Nota del Ministerio del Interior mediaban entre un punto y otro y no necesariamente  se puede concluir una velocidad promedio “superior a los 120 km por hora” como deducen los peritos del Ministerio del Interior.

Consideremos otro aspecto: De acuerdo con el peritaje hubo tres testigos oculares del accidente. Uno de ellos, José Antonio Duque de Estrada, trabajador del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, quien transitaba en bicicleta por “el lugar de los hechos” en bicicleta,  se dice que declaró: “El carro me pasó a alta velocidad por al lado, con seguridad iba a más de 100 kilómetros por hora. Rebasó a un tractor que también iba en la misma dirección y después vi una tremenda polvareda, cuando entró a un tramo que está en mal estado” y agregó: “vi al carro impactado contra un árbol en la cuneta”.

De acuerdo con la declaración del segundo testigo que presenta el Ministerio del Interior, Lázaro Miguel Parra Arjona, tractorista del INRH: “El carro me adelantó a gran velocidad; luego vi la nube de polvo fuerte y cuando bajó el polvo pude ver el auto impactado en el árbol que está en la cuneta”.

El tercer testigo, Wilber Rondón Barrero, campesino de Río Cauto, que “venía en dirección contraria, a unos cien metros de distancia del sitio donde ocurrió el siniestro” habría declarado: “Cuando me acercaba vi que el carro perdía el control y se impactaba contra un árbol de la cuneta”

Nótese que dos testigos hablan de “polvareda” y  “nube de polvo”. ¿Coincidencia subjetiva sobre un mismo aspecto de dos testigos a diferentes distancias del carro colisionado?

Algo más, los tres testigos coinciden en que el auto se había impactado contra un árbol, ninguno de los tres dice nada de que, luego de su impacto con el árbol, el vehículo accidentado hubiera continuado girando hasta detenerse junto a un canal de desagüe, como se muestra en la gráfica del Ministerio del Interior. Ante esto se nos ocurren algunas preguntas:

Pregunta 1: ¿Existe foto del árbol contra el cual se impactó el vehículo?

Pregunta 2: ¿los testigos prestaron ayuda a los accidentados?

Pregunta 3: ¿Quién notificó a la policía del accidente?

Pregunta 4: ¿Estuvieron todo el tiempo los testigos en el lugar dando ayuda a los accidentados y aguardando a que llegara la policía?

Según los peritos del Ministerio del Interior, “el vehículo presentaba una abolladura de 67 centímetros de ancho con 45 centímetros de profundidad en el lateral izquierdo trasero, perpendicular al eje longitudinal del auto (lugar donde viajaban los fallecidos), como consecuencia de un fuerte golpe que deformó sustancialmente el monochasis y el techo, cuyas características y dimensiones se corresponden con el tronco del árbol referido”. ¿Por qué no se ha mostrado alguna foto de dicho árbol? Si el auto se impactara contra el tronco del árbol, este mostraría señales del impacto, rasgaduras, manchas de la pintura del auto… Un impacto que provoca una abolladura de casi medio metro de profundidad en el lateral de un auto debería dejar señales visibles en el tronco del árbol contra el cual colisionara.

Algo que también llama la atención es el interés en mostrar los años de experiencia de los oficiales y peritos que se ocuparon del caso.

Capitán Jorge Fonseca Mendoza, perito del lugar del hecho (12 años de experiencia).

Teniente Coronel Misael Fontes Pérez, oficial de la Sección de Averías, Explosiones e Incendios (19 años de experiencia como perito)

Teniente Coronel Inardi Reyes Uriarte, Jefe de la Sección Provincial de Criminalística de Granma (11 años de experiencia como perito).

Capitán Jorge Fonseca; de conjunto con Fidel Núñez Guevara, Jefe de Ingeniería del Tránsito en la provincia Granma (9 años de experiencia como perito).

Esto nunca antes se había declarado dentro de un informe oficial del Ministerio del Interior; acaso de lo que se trata es de concederle a esos oficiales una alta credibilidad en las conclusiones a las que arribaron. ¡Son gente de experiencia! Parece ser lo que se pretende introducir en el subconsciente de los receptores de la Nota Informativa.

Analicemos lo que se dice en el informe del Ministerio del Interior:

Ángel Carromero declaró al Órgano de Instrucción que no recordaba haber visto la señalización que alerta sobre el estado en que se halla la vía. Añadió que irrumpió al terraplén a una velocidad que no puede precisar, debido a que no iba observando el cuentamilla y al percatarse de que transitaba sobre grava, intentó disminuir la velocidad mediante un frenazo brusco y el auto comenzó a resbalar de lado hasta impactarse contra el árbol”.

Veamos estos aspectos. En la declaración de Carromero aparecen estos conceptos: “no recordaba” refiriéndose a la señalización en la vía; “no puede precisar” la velocidad a la que entró en el terraplén; “no observaba” el cuentamillas; “intenta disminuir la velocidad mediante un frenazo brusco”. No hay que ser psicólogo para concluir que esta declaración muestra un estado de angustia y nerviosismo. En estado sereno nadie da un frenazo brusco a no ser por una situación especial o caso extremo. ¿Qué provocó el nerviosismo de Carromero? ¿Por qué iba a exceso de velocidad por una carretera de segundo orden y angosta? Carromero no estaba bajo los efectos de bebidas alcohólicas, entonces ¿Por qué corría? ¿Por qué no le advirtieron sus acompañantes cubanos del peligro de circular velozmente por una vía llena de baches, por la que transitan otros vehículos, tractores y personas a pie y en bicicleta?

Nada de lo recogido en el informe del Ministerio del Interior obliga a descartar la hipótesis de que el Hyundai Accent de turismo haya sido perseguido y acosado por otro vehículo que le persiguiera tenazmente y que ese vehículo agresor estuviera conducido por agentes de la inteligencia del castrismo.

Pastores ¿por la paz?


José Antonio Fornaris. CUBANET

Desde 1992 hasta la fecha, los “Pastores por la Paz” han estado en Cuba 23 veces, para traer artículos que dicen recoger en diferentes ciudades de Estados Unidos y Canadá, y que entregan a entidades que el gobierno de la Isla determina previamente. Después, pasan varios días en el país, haciendo declaraciones, vacacionando, y participando en actividades de apoyo al régimen.

Son gente rara, porque se supone que sean cristianos, pero el tiempo que pasan en la Isla lo dedican casi en su totalidad a desarrollar acciones políticas que poco tienen que ver con el cristianismo.

Los verdaderos pastores siempre llevan algún mensaje de redención. Sin embargo, estos, que afirman profesar la paz, casi siempre andan con la imagen del violento y guerrerista Che Guevara, ya sea en su vestimenta o pintada en alguno de los ómnibus que traen como donación.

Al mismo tiempo, se definen como antiimperialistas, y en la actualidad se dedican a realizar propaganda a favor de los cinco agentes condenados por espiar en Estados Unidos, diciendo que son inocentes y que deben ser liberados.

Al respecto, han declarado que no descansarán “hasta que los 5 regresen a la patria”. Al parecer, ni siquiera saben – o si lo saben, prefieren hacer suya una mentira política ─ que dos de ellos están en su patria (Antonio Guerrero y René González), porque son ciudadanos estadounidenses por nacimiento.

Pero lo que resulta realmente incomprensible es que un grupo que se hace llamar Pastores por la Paz tenga como estandarte y paradigma a Ernesto Guevara, un hombre que fue capaz de decir frases como: “Estoy en la manigua cubana, vivo y sediento de sangre”, o: “El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar”.

Solo se me ocurre pensar que la paz de estos “pastores” sea la de los sepulcros.

Se conoce la tendencia innata de las personas a relacionarse con quienes son sus iguales, o con aquellos que aspiran a imitar. En este contexto, representantes de “Pastores por la Paz” llegan incluso a declarar, de manera pública, cuando todo demuestra lo contrario, que “Cuba es un ejemplo para los demás pueblos del mundo”.  Pero el comunismo nunca ha sido un régimen de paz. Y por supuesto, en Cuba eso se sabe bien.

La paloma blanca ha estado casi extinta en la Isla. Entonces resulta imposible creer que el denominado grupo “Pastores por la Paz”, que durante 23 años ha materializado su apoyo a la dictadura cubana, fundamentalmente con propaganda política, represente un mensaje de salvación. Ellos podrán ser cualquier cosa, menos mensajeros de la paz.

domingo, 29 de julio de 2012

Rick Scott y sus argumentos sin sentido


Pero la realidad es que una mayoría de los floridanos votaron por Rick Scott. De repente pensaron que un empresario sabría manejar un estado, o creyeron en los millones de publicidad invertidos en su campaña.
Sabina Covo. EL NUEVO HERALD

El gobernador de la Florida Rick Scott presenta usualmente en sus comunicados al público análisis obsoletos para justificar a los floridanos sus posiciones partidistas y de intereses privados. El y su equipo de prensa aceptan pocos cuestionamientos cuando no les conviene. No es un gobernador accesible al pueblo. Eso era de esperarse porque desde su campaña no era muy accesible. El gobernador Scott ha dado argumentos obsoletos al hablar de las cifras proyectadas de empleo en una ocasión, lo hizo cuando los recortes a la educación, lo hizo luego con la famosa legislación de prohibición de negocios con Cuba, que más pareció una medida propagandista que nada, y ahora lo hace jugando con una cuestión absolutamente inaceptable: la posibilidad de miles de niños de tener acceso a cuidados de salud.

Las personas que más se benefician del Medicaid son las familias de escasos recursos, las personas con alguna discapacidad, las madres solteras, las minorías y los niños. El gobernador no ha dudado en decir que no aceptará la expansión al Medicaid que ofrece el gobierno federal junto con la reforma de salud. Así como ha rechazado otras ayudas federales, también rechaza esta. El gobierno federal ha sido enfático en especificar que cubrirá más del 90% de esta expansión por los próximos 5 años.

¿El argumento del gobernador para rechazar dicha expansión? Que el estado de la Florida ya tiene suficiente cuidado médico por medio de los programas actuales y que quiere destinar más fondos a la educación. Ambos argumentos, según varios expertos, no son ciertos. El de la educación ya ha sido contrarrestado por varios legisladores que confirman que los fondos destinados a la educación se los están comiendo las escuelas chárter, que en muchos casos no cumplen con las especificaciones para servir a toda la comunidad. Y el argumento de la salud lo contradicen estadísticas que confirman la necesidad de más acceso a la medicina en el estado.

Según la organización sin fines de lucro Children’s Movement, hace 5 años la Florida estaba en el puesto 49 entre todos los estados de la nación en porcentaje de niños sin seguro médico. Más de medio millón de niños en nuestro estado no tiene seguro médico. Hay una tasa muy alta de bebés que nacen con bajo peso o que mueren en los primeros dos años de vida. Y mucho de esto por la falta de atención médica. Más del 32 por ciento de los niños no asegurados no tienen un pediatra de cabecera en la Florida. La Universidad de Harvard divulgó esta semana un estudio que delinea los beneficios médicos de la expansión al Medicaid. La conclusión es que se ofrece una posibilidad de salvar miles de vidas. Algo que al parecer no es una prioridad para el gobernador.

Pero la realidad es que una mayoría de los floridanos votaron por Rick Scott. De repente pensaron que un empresario sabría manejar un estado, o creyeron en los millones de publicidad invertidos en su campaña. Se están viendo los estragos de las mala elección en la calidad de la educación y en los servicios públicos y sociales del estado, y ni hablar del costo de la vida.

sábado, 28 de julio de 2012

Comedia bolivariana


Jesús Heras. ABC DE LA SEMANA

Era lógico que Chávez utilizara la figura de Bolívar con fines electorales.  De otra manera no se explicaba la exhumación de sus restos; la contratación de especialistas para la reconstrucción digital de su rostro, ni tampoco la construcción de un costoso mausoleo.

“El culto a Bolívar” como lo definiera el historiador Germán Carrera Damas no es nuevo. Ha servido a dictadores desde el siglo diecinueve hasta nuestros días para exacerbar la fibra patriótica. Pero con Chávez se da una circunstancia distinta. Su personalidad mesiánica, suficientemente estudiada por especialistas, requiere de la herencia y el nombre del prócer para alimentar su propósito continuista en el poder.

No importa que en ese camino se mienta, se altere la historia y se destinen los dineros públicos para ceremonias propias de los más primitivos despotismos. Eso hemos presenciado los venezolanos en los últimos días ¿Hasta dónde esta enloquecida  exaltación es beneficiosa en términos electorales? ¿Acaso alguien discute que Bolívar es el Padre de la Patria? ¿Acaso alguien desconoce su origen o sus riquezas? El historiador Guillermo Morón ha puesto las cosas en su lugar: “Bolívar era aristócrata, mantuano, burgués, adinerado y blanco. Todo lo que odia Chávez”.

Pero las cosas no hay que tomarlas demasiado en serio. Sobre todo cuando provienen de un hombre enfermo. Si la nueva cara del Libertador, surgida de la “supuesta” reconstrucción computarizada de su rostro es veraz, sólo existen dos explicaciones posibles. O bien los mejores pintores de la época eran malazos o los restos, exhumados por Hugo Chávez, no corresponden al Libertador.

Con relación al mausoleo destinado a los restos de nuestro héroe histórico, difícil es distinguirlo, por su forma, del arquetipo de velero que sirvió de inspiración para el diseño del famoso hotel, Burj al Arab de Dubái, preferido por las parejas más ricas del mundo para sus Lunas de Miel.

Solo que Bolívar, sin Manuelita a su lado, ya no está para esos trotes. Y Hugo Chávez enfermo como se encuentra, mucho menos lo está.

P is for President (Mi Payá personal)


Orlando Luis Pardo Lazo. DIARIO DE CUBA

Funeral de Oswaldo Payá Sardiñas. Foto de O.L. Pardo Lazo

El destartalo del paisaje citadino llega hasta el portón mismo de la parroquia, en un barrio árido de El Cerro. "El Salvador del Mundo", se anuncia en un mural a imagen y semejanza del desierto incivil allá afuera. Y uno piensa, sonámbulo antes de que salga el sol: qué pobre es cualquier forma de expresión en este país...

En los bancos del parque amanece lento. A las 8 am debía comenzar el velorio, pero solo hay brigaditas obreras que ese lunes se empeñan en maquillar décadas de decadencia: cortacéspedes, fumigadores, basureros que como las patrullas pasan y pasan sin recoger nada. Todos fingen normalidad. Es 23 de julio y Oswaldo Payá Sardiñas desde ayer es cadáver. Se lo habían prometido de palabra y con atentados a los que sobrevivió sin notarlo. No importa quién o cómo se lo cumplió. La idea es que no haya Nobel de la Paz en Cuba si Fidel Castro no obtiene ese premio antes.

En una secuencia pesadillesca, el cuerpo de Payá, con 60 años y miles de firmas recogidas para refundar nuestra nación, se rompió allá lejísimo, en la provincia de nombre que no existía antes de la Revolución: Granma... Un accidente entre desconocidos, europeos con ínfulas presidenciables que ahora serán cualquier cosa excepto testigos de la verdad. Una catástrofe sin la protección de su familia valiente y hermosa, cerca de ese Bayamo mortífero del Himno Nacional. El fin de toda una era de equilibrio engañoso entre disidencia y verdugos: una declaración de guerra, aunque parezca exagerado. Y ante tanto espanto, a los primeros curiosos no nos queda sino especular lo que ni el Cristo de los Demócratas se atrevería a teclear ahora aquí: si fue un descuido o un timonazo asesino a sueldo, si falleció sin sufrir en el acto o acaso pudo ver con terror la cara de los paramédicos o paramilitares o ambos, si se arrepintió o asumió su martirologio sin la última tentación de traicionarse a sí mismo.

El coche fúnebre viajó desde Oriente a La Habana bajo un sol insultante y sin las medidas óptimas de conservación (o vino en secreto en avión y la demora fue solo una treta para presionar a sus familiares: vivir en Cuba tiene mucho de esa ficción policial). En los sms que recibíamos y reenviábamos como autómatas, el velorio se pospuso hasta las 11 am, y luego hasta la hora secreta en que la Seguridad del Estado lo permitiera, ya a media tarde, cuando, entre más móviles que lágrimas, la caja de Oswaldo fue entrada a ras de la muchedumbre.

Para entonces el templo acogía casi un congreso espontáneo de la oposición cubana, desde sus líderes más mediáticos hasta los anónimos agentes infiltrados de última generación. El operativo de control por esta vez jugaría a no interferir con el ceremonial y concedieron todo lo que su viuda pidió (excepto que su amor durante 26 años resucitara). Los aplausos estallaron incontenibles cuando el féretro avanzó, en un consenso insospechable minutos antes, borrando rencillas y caudillismos, luciendo así lo mejor de cada cual ante la memoria del buen hombre que avizoró como nadie la tierra prometida y, para no desmentir a la Biblia, por eso mismo no alcanzó a habitarla.

No era un velatorio privado, pero cada vez que se sentían invadidos, forzudos jóvenes eclesiásticos limitaban la labor de las cámaras, coaccionándonos para no disturbar el "sufrimiento de la familia". Un dolor dignísimo y más real que ningún otro sentimiento que yo recuerde ahora en mi vida. Pero un dolor en público y no de puertas adentro. Es decir, una pena que necesitaba ser captada en toda su belleza y barbarie, en toda su fuerza y fragilidad, en toda su decencia y denuncia, hasta contagiar nuestras fibras más dormidas, para que el mundo entendiera la debacle que acababa de ocurrir en la Isla: otra muerte en cuya naturalidad ni la propia muerte confía.

Cuando los gritos de "¡Libertad, Libertad!" ya ponían nervioso al párroco, con un gesto se le imploró a la esposa que aplacara ella al rebaño. Y Ofelia cumplió en nombre de Oswaldo, tomando por primera vez los micrófonos, y fue obedecida en el acto. Pero tal vez su esposo hubiera preferido que nunca acabase aquella música de las gargantas y manos, aquella explosión de simpatía que iba de lo íntimo a lo social, aquel plebiscito instantáneo entre la indignación y lo revolucionario: no faltó nada entonces para cortar de cuajo tanto misal de resignación y apropiarse de su cadáver augusto para tomar por asalto la Plaza.

Tal vez el Movimiento Cristiano Liberación jamás había contado con un quórum así y esa tarde póstuma, entre la tristeza y el temor, debió despedir a su líder con algo más que incienso y rosarios. Un instante después del silencio, era obvio que los miles allí congregados nunca protagonizaríamos nada dentro del pueblo, y que el fallecimiento de Oswaldo Payá Sardiñas se diluiría en las estadísticas gubernamentales de la División de Tránsito.

Las emisoras extranjeras se amontonaban en línea de espera en mi teléfono celular, mientras yo cronicaba de tweet en tweet tratando de ser los ojos y el corazón de una diáspora cada día más desesperada. Fui exhaustivo, terminé exhausto. Hice once millones de fotos y clips de video, acercándome al altar mayor donde posaba el ataúd con coronas de flores y una bandera, pero sin sumarme nunca a la fila infinita que durante horas dio el pésame a su familia.

Cuando estuve peligrosamente encima de Oswaldo Payá Sardiñas, vi su rostro con los moretones reminiscentes de una pelea, un hilillo de sangre sin biografía manando de su mente de adelantado, el pecho encogido bajo la camisita cubana, su sonrisa desaparecida, sus párpados lapidados, y temblé ante los despojos de un patricio al que admiré desde mi ignorancia, y a quien defraudé antes de leerlo al no firmar su virtuosísimo Proyecto Varela y en cambio sí la momificación socialista de nuestra Constitución, exabrupto anti-constitucional con que Fidel Castro se vengó en persona de él.

Rosa María Payá habla en el velatorio de su padre. Foto O.L Pardo Lazo

Su hija Rosa María, a quien había oído por la radio clandestina como un milagro de coraje y fe en la justicia humana, me impuso tajante sin conocerme: "No quiero fotos de la cara de mi padre". Pero yo atesoraba mucho más que eso. Había conseguido llorar mansamente, conmovido por tanto desvalimiento de mis contemporáneos, seres ínfimos cuando no infantilizados, a la intemperie de un Estado incapaz de comunicarnos ya ni una sola palabra, excepto las de nuestra estigmatización por decreto (y a la familia Payá Acevedo a esa misma hora la humillaban en las redes digitales con saña de alimañas, sin que una nota de protesta vaya a salir de la Iglesia Católica ni de ninguna otra denominación).

Con la puesta de sol llegó la eucaristía y luego enseguida la medianoche honda. No había comido ni bebido nada. Tenía fatiga y la ropa enchumbada por el verano vil. Las baterías del Nokia y de mi Canon se agotaron. Fui a casa y miré a mi madre, que aún no sospechaba nada, y le di un abrazo como si de pronto fuera yo el que no regresaría más al hogar. No quiero que mi accidente me atrape sin haber dicho que amo a los que amo. Pero el totalitarismo es exactamente esa sorpresa, siempre puedes ser removido de tus espacios: de la cuna a la escuela a la beca a la brigada al barracón al buró a la cárcel al paredón a una ambulancia a la capilla al exilio al cielo a un panteón.

Regresé a El Salvador del Mundo y me tumbé sobre los bancos de la Plaza Galicia, entre los ronquidos sagrados de algunas Damas de Blanco. Dentro del templo dormían cabizbajos no pocos dolientes. Me sentí impune, indolente, y tuve ganas de remover la bandera del féretro, ese trapo heroico compartido por santos y militares. Cuba cansa. Afuera era tan bella la madrugada. Las ceibas, una uña de luna, la frialdad húmeda que empañaba los faroles mortecinos y mis pestañas: esta vez eran lágrimas sin llanto, hilillo de sal manando de mi mente de retrasado: ¿por qué permanezco en este cenotafio sin ciudadanos? Daban ganas de huir y no dejarse matar. Pero, como siempre que soy libre de tan desahuciado, me había enamorado de aquellas pocas palabras dictadas despóticamente por la desesperación, y ahora volvía a por más fotos del alma de su padre.

Amaneció martes, y no haber desayunado o acaso el clima cardenalicio me dio ganas de vomitar. Jaime Ortega y Alamino demagogió que "la aspiración a participar en la vida política de la nación es un derecho y un deber del laico cristiano" e incluso se atrevió a citar al papa Benedicto XVI que en La Habana tuvo tiempo de saludar a ateos tiránicos pero no a un laico democristiano de apellido Payá: "que nadie se vea impedido de sumarse a esta apasionante tarea por la limitación de sus libertades fundamentales". Yo ya había oído eso en un televisorcito de calabozo, en Su Santa Misa manipulada de marzo, junto a cientos de cubanos presos con carácter católicamente profiláctico, y con la venia de su vocero Orlando Márquez en el periódico del Partido Comunista nombrado con el hexagrámaton de una muerte accidental: Granma...

Todo rito es reiteración. Bodrio, bostezo. Pero al término de la liturgia de exequias volvió a pronunciarse allí una esquirla de la verdad impronunciable cubana. Habló Rosa María Payá con más talante que medio siglo de eruditos simuladores. Acusó sin pánico, aunque estuviera apurando así su propio cadalso. Dejó el odio fuera de su discurso como testamento de veinteañera en peligro terminal. De partícula elemental devino verbo donde encarnar el honor enmudecido de esta nación. Emputecido. Los obispos miraban al infinito, sin cara, caretones de vidrio de quien no podría lanzar ni una última piedra. Y tembló entonces su madre Ofelia Acevedo, con un manifiesto que reivindicó el derecho a luchar por ser libres en Cuba desde la oposición pacífica y no perder la vida en el intento.

Minutos después, a unos metros de distancia, las turbas de respuesta rápida y la policía golpeaban a decenas de los presentes que, por pretender acompañar el féretro a pie, nunca llegaron al cementerio. Ni tampoco a sus casas.

Más que narrar la ovación cerrada de adiós en el cementerio, quisiera terminar con el horror coagulado aún sobre los testigos sobrevivientes del auto rentado donde murieron Payá y su joven colaborador Harold Cepero. De políticos europeos prometedores, Ángel Carromero y Jens Aron Modig han pasado a ser víctimas de por vida de la verosimilitud. Digan lo que digan a estas alturas del misterio y el miedo, sus declaraciones sonarán ya a tramoya, a trampa, a tortura. Lo afirmo con el sarcasmo de mi propio sacrificio involuntario: si ambos coincidieran ahora en que un platillo volador con las siglas INRI los bombardeó al salir de Bayamo, su coartada sonaría más sincera y menos carroñera.

 Los cubanos nos acabamos. Cuba nos cava. Desde esos días no consigo pegar un ojo. El insomnio es una cosa muy persistente. Descansa en paz tú si puedes, primer presidente del país que no fue. Que se nos fue.

viernes, 27 de julio de 2012

Encuesta de última hora


Francisco Rivero Valera. EL UNIVERSAL

Ya nadie cree en las encuestas.

Cuando el gobierno está en el piso por rechazo popular, algunas empresas informan lo contrario con encuestas de última hora, en coro con empresas afines al régimen. Y como contraparte, la gente difunde la realidad a través de las redes sociales o de persona a persona.

¿A quién quieren engañar con las encuestas?

En meses pasados, por ejemplo, la opinión de aprobación del régimen era tan baja en la población, ocasionada por la reagudización de la crisis de inseguridad, de electricidad, el chip de la gasolina, la corrupción y demás, que  si se hubiesen realizado las elecciones en ese momento, ya no existiría este gobierno. Se percibía la aprobación en 30%. Y 70% de rechazo. Pero, las encuestas del régimen y de algunas empresas privadas publicaron resultados inversos. O sea: 70% de aceptación.

Termina uno pensando: la mitomanía de este gobierno se pega, como la gripe.

Tan patética manipulación de la información, planificada con el doble propósito de lanzar una cortina de humo sobre graves problemas del país e inclinar la opinión hacia un régimen que agoniza, ha ocasionado pérdida de la credibilidad.

El venezolano pensante, sin embargo, ha tomado otro camino: elabora sus propias encuestas, obviando la Desviación Estándar y el Índice de Confianza de la metodología estadística, con el único propósito de obtener lo más difícil, la respuesta sincera del colectivo. Son las Encuestas del Pueblo.

Los resultados de las encuestas del pueblo son disímiles, por supuesto, de los resultados publicados por las empresas privadas y del Estado, pero han generado mayor credibilidad en la población.

Algunos ejemplos serían:

- Encuesta de operadores de camionetas negras del Aeropuerto de Maiquetía: preferencia para Capriles 55.04%. Para Chávez 44.90%. Republicano Liberal 6-7-12

- Redes Sociales: Tweetómetro. Incremento de seguidores diarios: para Capriles  1.316 sobre el otro candidato. El Nacional 15-7-12. Mensajería de texto: Capriles  56%. Chávez 31%.

- Y mi encuesta personal en el entorno laboral y fraternal: Capriles 88%, el otro 12%.

El gobierno, por su parte, publica su encuesta con una brecha en la intención del voto del 22% a favor de su candidato. @izarraDeverdad. Da iza-risa.

De todas maneras, según Pio Baroja: son los inocentes y no los sabios los que resuelven las cuestiones difíciles. O sea: si la "sabiduría" del gobierno es tan grande debería demostrar su sapiencia aceptando lo que dice el pueblo en sus encuestas. Pero, al contrario: manipula.

Esa manipulación es lo que hace pensar que el gobierno ya sabe que tiene perdidas las elecciones. Por 2 razones elementales: los resultados reales de las encuestas son mortales para el régimen y, en segundo término, su candidato enfermo, como está dando el resto, está echando mano de cualquier patraña para revertir esos resultados.

Además, del candidato enfermo se pueden decir otras cosas, más de las que ya se han dicho, pero siempre llegaremos a la misma conclusión: es un paciente con una enfermedad compleja que ha afectado su capacidad física, psicológica y política. Y es enigmática, por obra y gracia de la política cubana al ser usada como estrategia de manipulación de masas. Resultado final: una metida de pata que ha aumentado la incertidumbre y la decepción en la población.

Nos falta ver la encuesta definitiva de última hora. Será publicada el 7 de octubre con el triunfo indudable de la Democracia, con Capriles. Esperemos.

Que así sea.

Un discurso cargado de cínico desprecio


Mario J. Viera

Muchos de los que analizan la realidad cubana desde la distancia califican al general designado para el cargo de Presidente de Cuba, Raúl Castro, como un hombre pragmático. Si el cinismo, si el desprecio hacia todo un pueblo es pragmatismo, entonces, el segundo de los Castro es realmente un tipo bien pragmático.

¿Cómo enjuiciar el discurso que el general de gabinete pronunciara en Guantánamo en conmemoración del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, hace ya 59 años?

Luego del discurso de ese halcón decrépito del comunismo criollo, José Ramón Machado Ventura, el general sin batallas no pudo aguantarse y subió al podio, no para, según dijo, pronunciar un discurso sino “a darle un saludo a todos los que están aquí y a todos los que están en la provincia de Guantánamo y a todo el país”. Con “los últimos recursos” que le quedan, dijo estaba hablando. Mejor se hubiera guardado sus últimos recursos y quedar callado.

Comenzó a improvisar. No era un discurso elaborado con anterioridad, al menos en eso se le puede considerar de natural. ¡Ah, expresó su amor por todo el país, por toda la América Latina, por todo el Caribe! Allí, dijo, “donde vibra la tierra, o como dicen con orgullo los santiagueros y los guantanameros, aquí tiembla la tierra porque los hombres no tiemblan”; todo ello para resaltar la leyenda de la invencibilidad de Fidel Castro: “Con orgullo el otro día estaba viendo los cientos y cientos de kilómetros que caminó Fidel desde el desembarco del Granma hasta que en la batalla de Guisa ya se motorizó, hasta llegar triunfante a Santiago de Cuba”, olvidando decir que ya desde entonces el gobierno de su hermano pretendió hacer que no solo la tierra, sino todos los cubanos temblaran ante el temor del paredón de fusilamiento, ante la condena a largas penas de prisión, ante el temor de la delación oculta y furtiva.

Estamos al tanto de todos los problemas que confronta el país, que confronta la población”, afirma luego como si quisiera referirse a una justificación. ¡Por supuesto que sí! Lo sabe perfectamente, sabe que los salarios son ridículos y que toda la población por esos ingresos se encuentra en el nivel de la extrema pobreza. Pero él no admite la culpa que le corresponde; más bien es la propia población la culpable de la miseria que carcome a todo el país, sí porque “mientras no avancemos en la producción y en la productividad, empezando por aquellas tareas que están en la mano, que se pueden lograr, como es la producción de alimentos para ahorrarnos miles de millones de dólares en importación, no se podrán producir aumentos salariales”.

La productividad, quizá debiera conocerlo el general Presidente, es una relación matemática que relaciona la producción con los recursos empleados para su obtención. La productividad se alcanza con el empleo de una alta tecnología, con una fuerza de trabajo calificada, con la organización del trabajo productivo y de los recursos, con condiciones adecuadas de trabajo, factores todos estos de los que se carece dentro de las empresas estatales, no por causa de los trabajadores. La deficiente gestión empresarial propia del socialismo es el principal factor en contra de la productividad.

¿Cuánto hay que esperar dentro de las estructuras de las ‘actualizaciones” que emprende Raúl Castro, para obtener altas producciones de alimentos? Las relaciones de propiedad de la tierra, de la comercialización de los productos agropecuarios, del uso de los insumos necesarios para hacer producir a la tierra, en Cuba son precisamente un freno al desarrollo de una agricultura y ganadería eficientes y competitivas.

Con gran desparpajo el general reconoce que “los mismos médicos ganan muy poco” para luego agregar sin ningún recato, “pero así estamos todos”. ¿Todos? Los médicos cubanos no solo ganan poco, menos que otro galeno que viva en cualquier país del llamado Tercer Mundo, sino que además viven en condiciones más lamentables que aquellos. Recargados de trabajo por la ausencia de miles de médicos enviados a servir en otros países, enfrentados al estrés del día a día, obligados a moverse en el agobiante transporte público para concurrir a las clínicas y hospitales donde laboran. No todos están así.

La alta jerarquía comunista no vive en esas condiciones. Disfrutan su vida de placeres con hermosas residencias que fueron incautadas a la burguesía de Miramar y el Nuevo Vedado, poseen empleados de servicios, no se ajustan a las normas de una libreta llamada de abastecimiento; vacacionan en las mejores playas del país y todo con cargo al erario público. “Pero vivimos y mantenemos esta revolución por más de medio siglo, que es la gran proeza del pueblo cubano”. La gran proeza del pueblo cubano es haber soportado durante 53 años a una banda mafiosa que se ha adueñado del país y le ha reducido a la condición de mísero proletario sin derecho alguno para reclamar mejoras, exigir salarios decorosos y viviendas salubres.

Haciendo un resumen de la historia de la República con los dogmas oficiales que presentan a Cuba como una factoría gringa, acusa a los Estados Unidos y a la prensa internacional de pretender y de estar creando las bases para que en Cuba “un día suceda lo de Libia, suceda lo que pretenden hacer con Siria en el momento actual del decursar (sic) de la humanidad”.

Le preocupa al general un estallido popular al estilo de lo sucedido en la Libia bajo el poder de Gadafi y su trágico fin; le preocupa al general el estallido de la población de Siria contra el tirano Asad, dos buenos amigos del castrismo; mas se equivoca, la rebelión en Libia, en Túnez, en Egipto, en Siria no fueron resultado de la alianza de los medios internacionales y Estados Unidos, las causas de esos enfrentamientos están en el actuar dictatorial de esos gobiernos, en el desprecio hacia los derechos de sus pueblos, las mismas causas presentes en Cuba bajo el castrismo que pueden potenciar una respuesta airada en ese mismo pueblo que el general dice es “un poco revencú”. Cierto es como dice el general “somos un poco revencudos”, un poco protestones y exigentes y ya la paciencia popular comienza a notarse que está llegando a su límite.

Aunque asumiendo su característica prepotencia vuelve a hacerle un guiño a los Estados Unidos invitándole a un diálogo: “El día que quieran, la mesa está servida. Ya se le ha dicho por los canales diplomáticos corrientes. Si quieren discutir, discutiremos”. Repite: “Discutimos todo lo que quieran, de Cuba y de los Estados Unidos”. Para no quedar como muy flojo, poco digno de la virilidad del hermano mayor aclara: “Mientras tanto aquí estamos. Con más cosas o menos cosas, pero aquí estamos. Y siempre con la caballería lista por si acaso”. ¿Qué caballería, compadre? Un armamento obsoleto, un ejército que comienza a dar muestras de corrupción, con una oficialidad de nivel medio disgustada por las dificultades existenciales del cada día y sin el apoyo de una potencia nuclear que les respalde sus bravatas de guapetón de barrio, poco puede hacer su caballería, a no ser que se refiera a las bandas de rufianes que organizan para asediar y agredir a los opositores intentando torpemente desestimular un estallido de protestas como en Libia y Siria.

Aunque asegura que su gobierno no tiene “ningún interés en hacerle daño a nadie” asegura que sabrá defender al pueblo aunque hay que preguntarse a que pueblo se está refiriendo, porque al cubano, ese está en total desamparo. Quizá el pueblo que dice defender sea esa parte compuesta por esquiroles y antisociales de las brigadas de respuesta rápida y ese pueblo “se defiende y ya sabe hacerlo. Aquí no hay que decirle a nadie lo que tiene que hacer. Aquí todos sabemos lo que tenemos que hacer en cada circunstancia”. Es decir aporrear a cualquiera que proteste, acosar a cualquier osado que se decida por la crítica a pleno pulmón, y lo saben hacer muy bien con el apoyo tras sus espaldas de la policía y de los oficiales gestapistas de la Seguridad del Estado.

Ya el tiranuelo está avanzando como será la celebración del 60 aniversario del asalto al Moncada, pero ¿Quién sabe? En doce meses pueden ocurrir muchas cosas y quizá para entonces no haya un Machado Ventura, ni un Raúl Castro que puedan celebrar tal aniversario si acaso hubiera la posibilidad de conmemorar entonces la tal fecha.

jueves, 26 de julio de 2012

¿Lo dejarán quieto?


Simón Boccanegra. TAL CUAL DIGITAL

¡Hay que ver que este Chávez sí es ocioso! Gastar quién sabe cuánto dinero de la República y tiempo de sus funcionarios forenses para descubrir si Bolívar murió envenenado, como lo ha venido repitiendo, o de una enfermedad que hasta ahora, según testigos presenciales, habría sido la tuberculosis.

De paso, fabricó un retrato de Bolívar, bastante parecido, por cierto, a la suma de los retratos que se le hicieron en vida. Pero Chacumbele quería "su" retrato, Bolívar tenía que ser como él lo imagina y no como la "burguesía" lo pintó. Fue complacido y ahí tiene "su" Bolívar. Se salvó la patria. Retratos de Bolívar los hay de muchas manos de pintores contemporáneos de él.

Todos guardan detalles y matices que no los hacen exactos entre sí. Lógico, no son fotografías. De modo que este Bolívar "de" Chacumbele es uno más de los retratos del gran hombre y ni siquiera se puede asegurar que sea el más fiel.

A fin de cuentas, los retratistas de la época trabajaron sobre un hombre vivo, que posó para ellos, y debían estar más cerca de aprehender su efigie que los que trabajaron sobre sus huesos.

Pero, en fin, este minicronista hace este comentario digamos que por la obligación que impone la noticia, pero la verdad es que hasta me da pena tener que pararle bola a estos caprichos pueriles de un obseso, que en su empeño de apropiarse de Simón Bolívar no se detiene ante ningún exceso por estrafalario que parezca.

Ya avanzó el criterio de que a pesar de lo que estableció el equipo forense que examinó la osamenta de Don Simón, esto es que no hubo tal envenenamiento, él, sin embargo, "todavía tiene sus dudas".

 Tanto va a dar que cualquier día nos sorprende con un forense bielorruso que le dirá lo que quiere oír. Pobre Bolívar. La verdad es que con esto sí que no contó. Ser instrumento electoral.